Un joven de cabello alborotado caminaba en dirección al Bosque Púrpura, cargando una pesada bolsa. En su cintura llevaba una daga desgastada, y parecía no prestar atención a su alrededor, concentrado en la lectura de un libro.
No era otro que nuestro querido y joven filósofo, Arthur.
Mmm… según este libro, las habilidades se dividen en tipos: atacante, defensa o protección, y controlador… tal como me dijo Fista.
Aparte de esos tres, existían habilidades especiales, prohibidas y algunas de carácter demoníaco. Estas últimas eran las más misteriosas y temidas, incluso entre los académicos del gremio.
Para absorber una habilidad se necesita una marca. La mayoría de las personas en Lost tiene una, pero hay casos en que los niños nacen sin ella. La marca puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, y según el lugar, determina tu afinidad: en las piernas y brazos, habilidades de ataque; en el torso, defensa o protección; y en la cabeza o cuello, controlador. Aunque no impide que aprendas algo fuera de tu afinidad… solo será más difícil de perfeccionar.
Por lo general, los niños nacían con una marca apenas visible. A medida que crecían, esta se hacía más notoria, hasta que llegaba el momento de absorber una habilidad: ese era su despertar.
Luego, al perfeccionar su habilidad y su conocimiento, la marca evolucionaba, y con el tiempo, podía alcanzar un rango superior. Cuanto más alto el rango, más habilidades se podían aprender.
También existían excepciones: niños que nacían con marcas de alto rango desde el inicio. A ellos se les llamaba "iluminados".
—¿Entonces Fista es una Iluminada? —murmuró Arthur—. Pero ella dijo que no puede absorber habilidades… Me pregunto qué secreto esconderá su marca.
Suspiró, cerró el libro y lo guardó. Ya estaba a punto de entrar en el bosque.
—No quiero que me ataque una bestia por andar desprevenido.
Miró al cielo, suspiró con resignación.
—Aaah… saber todo esto sobre las marcas me dejó deprimido. ¿Cuánto cambiaría mi suerte si tuviera una? Tal vez saldría a buscar alguna habilidad legendaria y rota… Desafiaría dragones y demonios. Sería como esos protagonistas de mangas que tanto leía…
Sacudió la cabeza.
—No… no es momento de soñar despierto. Tengo una misión. No puedo pensar en lo que no tengo. Mi prioridad ahora es reunir esos materiales raros. Si lo logro, podré forjar un arma poderosa.
Ya veremos más adelante si el destino me tiene guardada alguna habilidad...
Pero justo antes de cruzar la línea del bosque, un último pensamiento picó su mente.
—Si tuviera que escoger una… sería invisibilidad para espiar a las chicas...
Se llevó una mano al rostro.
—¡No, Arthur, no! ¡Quita esos pensamientos! ¡Céntrate en la misión!
Con una sonrisa traviesa y un brillo burlón en los ojos, Arthur se adentró en el bosque.
Una nueva página de su historia estaba a punto de escribirse.
Fin del capítulo.