Al ver las tiras picantes y la Coca-Cola en manos de Bu Shiyi, Bu Lige traga saliva en silencio.
Todavía recuerda el sabor delicioso de la Coca-Cola. Desde que bebió una botella ayer, no ha podido sacarse de la cabeza esa sensación helada, con las burbujas explotando en su boca.
Ella asiente suavemente.
—Si vas a gastar más de cien cristales espirituales, al menos hay que comprobar si vale la pena
Y ante la mirada expectante de Bu Lige, abre lentamente el paquete de tiras.
Al instante, un fuerte aroma picante les golpea el rostro, estimulando sus sentidos.
Dentro del paquete hay solo una tira, brillante por el aceite rojizo que refleja una luz tentadora.
Así es: ¡solo viene una tira por paquete!
Al verlo por primera vez, Luo Chuan llegó a preguntarse si el sistema había decidido economizar sin avisarle.
Bu Shiyi extiende dos de sus dedos largos y delicados, la toma con elegancia y, tras una breve pausa la lleva a sus labios carmesí mientras Bu Lige la observa con ojos brillantes y la boca hecha agua.
Apenas la mastica, el sabor picante inunda su boca de inmediato.
Luego, una sensación ardiente parece encenderse en su abdomen y recorre todo su cuerpo, haciendo que la energía espiritual empiece a fluir con intensidad.
—Hmm… deliciosa.
Entrecierra los ojos y da su veredicto.
—¿Qué tal está, hermana?
Bu Lige, a su lado, traga saliva con dificultad al ver su expresión satisfecha.
Ahora se arrepiente de no haber traído más cristales espirituales.
—¡Es deliciosa! —dice Bu Shiyi, casualmente.
En su interior, no puede evitar sorprenderse. —El efecto es tal como dijo el jefe. ¡Ahora mi cultivo está en el sexto nivel del Reino del Alma!
Como hija del Marqués de Zhennan, Bu Shiyi no solo es conocida por su belleza —considerada una de las más destacadas de Ciudad Jiuyao—, sino también por su talento. A pesar de su corta edad, ya se encuentra en el quinto nivel del Reino del Alma.
Alguien con esa fuerza a tan temprana edad no es común, ni siquiera en todo el Imperio Tianxing.
—Escuché que las tiras picantes van mejor con el agua de la felici… ejem, con Coca-Cola —interviene Luo Chuan.
Bu Shiyi asiente, destapa la botella y bebe un pequeño sorbo.
Sus ojos se abren de par en par. Da otro trago. Y luego otro...
Poco después, ya se ha terminado toda la botella.
—Hip...
Un leve hipo se le escapa, y un rubor rosado se dibuja al instante en sus mejillas.
Luo Chuan permanece impasible. Mantener la calma frente a una belleza es una cualidad esencial para cualquier "dios masculino".
—Vámonos, Lige —dice Bu Shiyi, asintiendo levemente hacía Luo Chuan antes de tomar a su hermano del brazo y salir de la tienda.
—Gracias por su compra. Vuelvan cuando quieran —dice Luo Chuan con voz calmada.
—¿Y entonces, hermana? ¿Qué tal sabía? —pregunta Bu Lige nada más salir del callejón, con una expresión de resignación.
Bu Shiyi voltea hacia la tienda, con una mirada profunda y brillante como el agua de otoño.
—No esperaba que ambos productos fueran exactamente como los describía la introducción.
—¿Lo ves? Al final no te mentí, ¿eh? —responde Bu Lige, visiblemente satisfecho.
Bu Shiyi asiente con suavidad.
—Sí… Pero ahora me pregunto, ¿quién es realmente ese dueño, y por qué abrió una tienda en ciudad Jiuyao?
Bu Lige se encoge de hombros y responde con total despreocupación:
—Ay, hermana, ¿para qué pensar tanto? Mientras podamos comprar cosas aquí, ¿no eso suficiente? ¿Qué importa quién sea o cuán fuerte sea el jefe?
Ante la respuesta tan simple y directa de Bu Lige, Bu Shiyi se queda en silencio por un instante… y luego suelta una carcajada.
—Tienes razón. Mientras podamos seguir comprando, todo lo demás da igual.