Cherreads

Renací como un villano de segunda.

Miles_1942
7
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 7 chs / week.
--
NOT RATINGS
734
Views
Synopsis
Kairo Tanaka, un joven de 23 años atrapado en un sistema que desprecia a todos, en lo único que entraba consuelo era en su madre, hermana... y un viejo libro de fantasía. Una noche tras arriesgar su vida para salvar a una desconocida, muere como un héroe. Pero su historia no termina ahí. Despierta en un cuarto oscuro, frente a una pantalla que le ofrece un deseo: una nueva oportunidad. Sin embargo, algo sale mal. El sistema falla ... y Kaito renace no como el héroe de su historia sino como el villano: un estudiante que es despreciado por todos.
VIEW MORE

Chapter 1 - Capitulo 1. Una vida llena de arrepentimientos y un nuevo comienzo.

En ocasiones pensaba en que me depararía el futuro, sería un hombre exitoso o alguien importante, tendría una familia, una esposa que fuera dulce, 2 hijos, una casa grande y posiblemente un perro al cual le pondría un nombre estúpido como churro o macarrón. Pero eso es lo que son los sueños simplemente sueños.

Mi nombre hasta hace poco era Kaito Tanaka, por que digo hace poco eso tiene una rara explicación. Pero me gustaría empezar de hace unos días.

 Era un joven de 23 años, con una apariencia común, cabello oscuro, cuerpo delgado y una mirada en la que no se veían expectativas a futuro. Después de acabar la universidad había conseguido trabajo en el departamento de soporte de una compañía pequeña la paga era la mínima y las jornadas horribles, pero ocupaba el trabajo. Trabajaba en serio duro, en un país en el que la tasa de desempleo es alta y los graduados universitarios son como vasos de agua, tenía que esforzarme. Además, tenía 2 personas que eran lo único que me seguía motivando mi madre y mi hermana.

Mi madre Mizuki Tanaka que era una mujer de edad de 65 años retirada y mi hermana mayor Aika Tanaka, la cual se había vuelto una inadaptada social una hikikomori en una sola palabra, aunque no la culpo en un país en el que las mujeres siguen siendo tratadas según las tradiciones ella no fue la excepción, al final renuncio a su trabajo por el trato de sus jefes y el acoso sexual de parte de sus compañeros de trabajo. Siendo mi país tan conservador el caso nunca salió a la luz y al renunciar le fue casi imposible conseguir otro trabajo.

La razón del porque no mencione a mi padre es porque él se había divorciado de mi madre antes de que yo naciera, lo último que supe de él es que se casó con una mujer 30 años menor que el, la cual le arrebato todo, karma quizás la verdad nunca fui muy creyente de ese tipo de cosas. Un padre que no conocí una madre ausente al final la única persona con la que podía contar era mi hermana, aunque el tiempo se encargó de arrebatármelo también.

Ya en ese punto lo único que podía hacer era trabajar duro y rezar de que no me despidiera. Después de completar una jornada de 19 horas lo único que podía hacer era volver a casa y descansar, después de hacer mi camino a casa me tope con un anciano que siempre me hablaba de su vida y me daba distintos consejos. Perdido en mis pensamientos de que me deparara el destino me quede viendo a la nada.

El anciano al verme tan cansado me hace una pregunta que hacía mucho tiempo no me hacían "chico ¿estas bien?", a lo que yo asentí, el anciano no se si vio el cansancio en mis ojos o mi cuerpo débil, que hizo silencio para que pudiera descansar. Después de 30 minutos por fin pude llegar a mi estación así que volteé y me despedí del anciano a lo que el como todos los días me dijo una frase "Chico el trabajo siempre estará, pero la juventud no da segundas vueltas", esa frase me hizo pensar en el camino a mi casa el cual no era de más de 10 minutos, pero que por alguna razón se me hizo más largo quizás por la falta de sueño o el cansancio.

Cuando llegué a casa pude ver un plato con comida en la mesa y una nota que decía "Disfruta la comida te quiere mama"

Después de eso, pude jugar uno de mis videojuegos favoritos uno que mi madre me regaló cuando era niño. Su título, "El último héroe de pie," siempre me pareció poderoso, casi mágico. Era una historia de fantasía, sí, pero lo que realmente me atrapaba no eran los monstruos ni lo hechizos, sino su protagonista: un hombre que, nacido sin nada, se aferraba a sus sueños con una fuerza inquebrantable. Mientras las personas a su alrededor caían en la desesperanza él se levantaba y seguía peleando.

El juego lo había jugado tantas veces que ya conocía varios de los pasajes de memoria. Y, aun así, cada partida era como la primera. Tal vez porque nunca pude terminarlo, no porque no quisiera simplemente porque era imposible el creador. El juego tenía un rayón que no permitía continuar el juego en sus últimos arcos, y al ser un juego tan desconocido es como si no hubiera existido. El creador, además era un completo desconocido. Como si el juego, igual que su héroe, fueran únicos en el mundo.

Después de terminar el juego, me fui a dormir. Tenía que prepararme para el trabajo del día siguiente, aunque apenas pude descansar unas horas. Mi rutina ya se había en algo mecánico. Pesada, sí, pero me había acostumbrado. 

Aquel día había transcurrió como de costumbre, sin sorpresas, hasta que al final de mi turno me pidieron quedarme a hacer horas extras. No era la primera vez, y como siempre, no tuve opción.

Cuando por fin terminé, ya era tarde. Demasiado tarde. El último se me había escapado, y con lo que ganaba no me podía permitir un taxi, maldito salario mínimo. Así que, resignado decidí caminar.

Todo el camino había transcurrido con normalidad, envuelto en la quietud de la noche., hasta que algo rompió esa calma. En un callejón, a unos metros de distancia, vi cómo una mujer estaba siendo atacada. Sin pensarlo demasiado, me acerqué con cautela, intentando no hacer ruido.

En ese instante, ella me vio. Nuestros ojos se encontraron, y yo quedé paralizado. Su mirada me atravesó: no era solo miedo, era un grito silencioso, una súplica desesperada. Pero mis pies no respondieron. Y entonces, algo en sus ojos cambió. La esperanza se desvaneció fue reemplazada por una expresión amarga ... decepción y, tal vez, comprensión. Como si ya supiera que nadie iba a salvarla. Como si, al verme dudar, simplemente se rindiera.

Eso me hizo dudar. Sentí un nudo en el pecho, y retrocedí. Como si dar la espalda fuera la única opción posible. Como si huir me salvara de cargar con el peso de lo que estaba ocurriendo frente a mí.

Pero justo cuando estaba por salir del callejón, algo se encendió en mi memoria: el rostro del héroe al que tanto admiraba, aquel del juego que jugué una y otra vez en mi infancia. Él también había tenido miedo. Él también había estado solo. Y, aun así, eligió luchar.

Ese recuerdo me atravesó como un rayo. Sentí una chispa en el fondo de mi pecho. Algo parecido al valor ... o al deber. Me detuve, respiré hondo, y di media vuelta. No sabía qué iba a hacer exactamente, pero supe que no podía quedarme de brazos cruzados.

Busque con la mirada algo que pudiera servirme. Al lado de un bote de basura, vi un palo de madera, sucio y astillado, pero era lo único que tenía. Lo tomé con fuerza y, sin pensarlo demasiado, cargué contra el asaltante, gritando como si eso pudiera darme un poco más de coraje.

Nunca en mi vida había estado en una pelea. Ni siquiera durante el servicio militar, donde lo más cercano al combate fue marchar bajo el sol. Pero algo, tal vez el miedo o la desesperación, me empujó más allá de mis propios límites.

El atacante no lo esperaba. Mi arremetida fue torpe, caótica ... pero efectiva. Lo golpeé con fuerza y logré que cayera al suelo. Sorprendido y jadeante, me quedé de pie unos segundos, procesando lo que acababa de hacer.

Entonces me volví hacia la joven. Su rostro seguía pálido, atónito.

- ¿Estás bien? -le pregunté, con la voz temblorosa.

Pero en lugar de responder con un "gracias", ella me grito con desesperación:

- ¡CUIDADO!

No tuve tiempo de reaccionar. Apenas me giré, vi el destello metálico en la oscuridad ... y luego sentí el frío acero atravesándome el abdomen.

Un dolor agudo me arrancó un grito. Mis piernas flaquearon y mis manos, instintivamente, se aferraron a la herida como si eso pudiera contener el daño.

El asaltante no estaba noqueado después de todo. Solo había esperado el momento justo para atacar.

Caí de rodillas, jadeando. No tenía fuerzas para seguir. Mientras la oscuridad comenzaba a tragarme, levanté la mirada hacia la joven.

No podía hacer más por ella. Solo me quedaba rezar ... rezar porque ocurriera un milagro, y que mi sacrificio no fuera en vano.

Y como si el destino, por una vez, hubiera decido escucharme, vi unas luces a lo lejos. Luces rojas y azules que se reflejaban en la oscuridad del callejón. Quizás, después de todo, aquel grito desesperado que solté al atacar no había sido tan inútil como creí.

Sentí cómo la sangre escapaba de mí con rapidez, robándome el calor y la fuerza. Cerré los ojos lentamente, rendido ante el agotamiento, pero con una inesperada sensación de alivio. Un alivio que no había sentido en años. No solo por saber que la chica estaría a salvo ... sino porque, por una vez, no había huido.

Durante tanto tiempo viví convencido de que la muerte podía ser una excusa. Una forma de desaparecer sin despedidas. Pero en ese momento entendí que ya nada de eso importaba.

Y como si fuera una obra de magia -o una burla del propio universo- me encontré de pie frente a una pantalla gigantesca, suspendida en medio de la nada. Un texto brillante parpadeaba en letras blancas:

"Felicidades. Has sido seleccionado. Se te ha concedido un deseo."

- ¿Conceder un deseo ...? -murmuré, incrédulo.

El silencio me respondió, hasta que una voz artificial emergió del propio sistema.

"Confirmado. Deseo: regresar a la vida. Iniciando proceso ..."

En la parte inferior de la pantalla, una barra de carga comenzó a llenarse lentamente. Mis pensamientos se arremolinaron: ¿era real? ¿un sueño?

La barra llegó al 30%. Luego al 70%. Al 90%. Yo apenas respiraba.

Alcanzó al 99%.

Y entonces, todo se detuvo. Como si de una computadora vieja se tratara se empezó a reiniciar. Luego un ruido horrible se escuchó.

- ¡Mis oídos!

Y como buen trabajador de sistemas sabía que la única manera de arreglar esto. ERA GOLPEARLO HASTA EL CANSANCIO.

- Maldita pantalla de mierda. Exclame.

Y como si eso lo hiciera enojar salto una palabra:

"ERROR"

La palabra apareció en rojo, parpadeando con fuerza. La sala -si es que podía llamarse así a ese espacio abstracto y etéreo- comenzó a temblar. Las paredes, si existían, se resquebrajaron como cristal bajo presión. Todo empezaba a colapsar.

Y justo cuando creí que sería tragado por el vacío ... la barra avanzo.

"100%"

Un último destello iluminó el espacio ... y luego, oscuridad.

Cerré los ojos y dejé que mis pensamientos se agolparan en mi mente.

- ¿Y si realmente revivo? -me pregunté, con una mezcla de incredulidad y esperanza-. ¿Y si todos empiezan a verme como un dios? Podría hacerme rico, vivir como una estrella ... como en un espectáculo.

Me imaginé dando entrevistas, contando como había regresado de la muerte.

Pero, de pronto, una sombra de duda se coló en mi mente.

- ¿Y si el sistema se equivoca? -pensé con miedo-. ¿Y si estoy siendo sepultado en este momento?

Me agarré el cabello, preso de la preocupación, como si aquel temor me fuera a matar por segunda vez. Iba a ser como en aquella película en el que el personaje fue enterrado vivo y murió de hambre.

Pero al abrir los ojos, lo que vi no fue lo que esperaba. Sí, había renacido ... pero no como imaginaba.

Aquí es donde comienza mi historia. En otro mundo