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The Masochist's Panel

ruben_boneth
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Synopsis
**In a realm where arcane power defines destiny, a humble commoner is born into a life of endless toil. But for Adrian, the awakening of a mysterious **Basic Mortal Panel** promises a path to power, one agonizing experience at a time.** This isn't the cheat code of a hero. Adrian’s panel, seemingly primitive, transforms every mundane action – each exhausting step, every drop of sweat, every brush with discomfort – into a minuscule jolt of experience. What's truly astonishing: these experiences, accumulated with an almost **masochistic devotion**, mutate into unique, bizarre, and often ridiculously basic abilities. Sunstroke? Unlock **Basic Sun Resilience**. Lifting a pebble a thousand times? Witness the birth of **Minor Pebble Manipulation**. Adrian has no innate talent, but his panel guarantees him this: **if he's willing to suffer through the repetition, he can master anything, no matter how absurd, to an unimaginable degree.** Follow Adrian as he relentlessly grinds against the limitations of his plebeian birth, dreaming of a world of magic beyond his humble village. He'll face the contempt of the nobility and the towering challenge of the Grand Arcane Academy, a beacon of power accessible only to the gifted or the wealthy. Can a simple commoner, armed with boundless perseverance and a panel that thrives on his suffering, forge his own destiny in a world that demands magical talent? Discover a story of **implacable persistence, hilariously incremental progression, and the sweet, hard-won triumph of the ultimate masochist.**
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Chapter 1 - Capítulo 1: Un milagro mundano

El sol, un orbe resplandeciente en el cielo azul, caía a plomo sobre el pequeño cuerpo de Adrian. Le palpitaba la cabeza, un dolor sordo resonaba tras sus ojos. Acababa de estar... jugando. Una noche de inactividad, un juego nuevo. Entonces la pantalla se apagó, y ahora esto. Ese calor abrumador, el olor a tierra seca y la sensación áspera y rasposa de una tela barata contra su piel.

Parpadeó, incorporándose con brazos temblorosos. El mundo se tambaleó un instante, luego se solidificó. Estaba tendido en un campo, interminables hileras de un cultivo desconocido se extendían bajo un cielo tan increíblemente azul que dolía mirarlo directamente. Sobre él, enormes y esponjosas nubes flotaban perezosamente, proyectando sombras fugaces que apenas ofrecían alivio del calor. El aire vibraba con una energía sutil y vibrante, casi como electricidad estática, un testimonio silencioso de la magia que impregnaba este mundo. Era innegablemente hermoso, incluso sobrecogedor, un lugar maravilloso que nunca pensó que pudiera existir fuera de los elaborados libros de fantasía que los comerciantes a veces traían por el pueblo.

¿Qué demonios? Solo estaba... dormido. Jugando. ¿Dónde estoy?

Una ventana azul tenue y translúcida apareció ante sus ojos; sus bordes brillaban levemente.

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**[Panel Mortal Básico]**

**[Nombre: Adrian (plebeyo)]**

**[Edad: 8]**

**[Raza: Humana]**

**[Atributos]**

**[Fuerza: 0.8]**

**[Agilidad: 0.9]**

**[Resistencia: 1.2]**

**[Espíritu: 0.5]**

**[Talento: Pobre]**

**[Linaje: Común]**

**[Afinidad elemental]**

**[Agua: No disponible (requiere mayor talento)]**

**[Tierra: No disponible (requiere talento superior)]**

**[Fuego: No disponible (requiere talento superior)]**

**[Viento: No disponible (requiere mayor talento)]**

**[Madera: No disponible (requiere mayor talento)]**

**[Luz: No disponible (requiere mayor talento)]**

**[Oscuridad: No disponible (requiere talento superior)]**

**[Espacio: No disponible (requiere mayor talento)]**

**[Habilidades: Ninguna]**

**[Puntos del sistema diarios: 1 (restantes: 1)]**

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Adrian se quedó mirando, desconcertado. *¿Un panel? ¿Como en esas historias locas? ¿"Talento pobre"? ¿"No disponible"? ¿Qué es esto?* Se sentía débil, completamente agotado. Este cuerpo distaba mucho de ser suyo. Era pequeño, huesudo y estaba cubierto de arañazos. Bajó la mirada hacia sus diminutas y callosas manos. Sin duda, un niño de ocho años. Intentó ignorarlo, pero se obstinó en permanecer.

Una oleada de mareo lo invadió. Recordó el sol intenso, el dolor de espalda, la sensación de caer. Este cuerpo acababa de desplomarse de agotamiento.

**[Insolación (menor): +0,001 Experiencia de Resistencia]**

**[Sobreesfuerzo (leve): +0,003 Experiencia de fuerza]**

**[Nueva habilidad adquirida: Resiliencia solar básica (pasiva) - Reduce los efectos negativos de la exposición solar prolongada. (Nivel 1/100)]**

Adrian parpadeó. *¿Una habilidad? ¿De... una insolación? Esto es realmente ridículo.* Había adquirido una habilidad al desmayarse por el calor. Era absurdo. Casi cómico. Él, acostumbrado a complejos árboles de habilidades y hechizos poderosos, ahora obtenía 'Resistencia Solar Básica' al casi desmayarse. Pero si cada acción, por mundana o dolorosa que fuera, generaba experiencia, entonces quizás...

¡Adrian! ¿Ya te levantaste? ¡Buen chico! Descansa un rato a la sombra. Una voz, cansada pero cálida, atravesó el zumbido de sus oídos. Su madre, Myra, tenía el rostro marcado por el trabajo, pero sus ojos mantenían una mirada firme e inteligente. Era fuerte, capaz, sus movimientos eficientes mientras trabajaba la tierra. A su lado, su padre, Theron, de hombros anchos y tranquilo, se movía con una gracia similar y experta. Eran gente común, vestidos con túnicas sencillas y remendadas. Nada de túnicas elegantes, ni armaduras relucientes. Solo suciedad y sudor. Su hogar en el cercano pueblo de Oakhaven era pequeño, pero estaba impecablemente cuidado, testimonio de su incansable trabajo.

El panel, como si percibiera su atención, brilló y se expandió ligeramente para incluirlos:

**[Nombre: Myra (plebeya)]**

**[Edad: 35]**

**[Atributos]**

**[Fuerza: 5.3]**

**[Agilidad: 4.8]**

**[Resistencia: 6.1]**

**[Espíritu: 2.0]**

**[Talento: Promedio]**

**[Linaje: Común]**

**[Nombre: Theron (plebeyo)]**

**[Edad: 38]**

**[Atributos]**

**[Fuerza: 6.5]**

**[Agilidad: 5.5]**

**[Resistencia: 7.0]**

**[Espíritu: 1.8]**

**[Talento: Promedio]**

**[Linaje: Común]**

*¿Son… buenos? ¿Promedio? ¿Y yo estoy atascado con 0 y algo y «Pobre»? ¡Esto es insultantemente preciso!* Su cuerpo original había estado en buenas condiciones. Este se sentía como una ramita.

Se acercó lentamente a la escasa sombra de un árbol raquítico al borde del campo. Sus músculos protestaban a cada paso, y el panel, obedientemente, mostraba notificaciones:

**[Caminar (Básico): +0,002 Experiencia de Resistencia]**

**[Distensión muscular (menor): +0,001 Experiencia de fuerza]**

**[Nueva habilidad adquirida: Caminar básico (pasiva) - Ligero aumento en la eficiencia al caminar. (Nivel 1/100)]**

*Esto es todo, entonces. Mi truco. Fortalecerme… caminando. Y sufriendo.* Soltó una risita seca y sin humor. Era absurdo. Casi cómico. Pero si cada acción, por mundana o dolorosa que fuera, generaba experiencia, entonces quizás…

Se sentó, apoyando la espalda contra la corteza áspera. Observó a sus padres trabajar, con movimientos tan fluidos, tan eficientes. Lo habían hecho toda su vida.

**[Observación (Técnica básica de escarda): +0,0005 Experiencia de comprensión]**

**[Nueva habilidad adquirida: Maestría básica con azada (pasiva) - Mejora ligeramente la eficiencia al usar una azada. (Nivel 1/100)]**

¿Una habilidad de maestría con la azada? ¿Solo por observar? Esto sí que es algo extraordinario. No solo estaría machacando. Estaría machacando las acciones más básicas y triviales para convertirlas en habilidades. No podría simplemente "hacer" un hechizo de bola de fuego. Probablemente tendría que aprender "Creación de Chispas Básicas" frotando palos, luego "Manipulación de Leña Menor" soplando brasas, y así sucesivamente durante años.

El mundo a su alrededor vibraba. En la aldea, el martillo del herrero resonaba, el horno del panadero impregnaba el aire con el aroma a pan fresco y el murmullo de las conversaciones flotaba en la brisa. A veces, pasaban comerciantes ambulantes, con sus carros cargados de productos exóticos, cuyas historias insinuaban grandes ciudades, poderosas tiendas de magia y bestias increíbles. Sabía que también había un Emperador, que gobernaba el vasto imperio desde una magnífica capital.

Más tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de intensos naranjas y púrpuras, escuchó a sus padres hablando con el viejo Cicuta, vecino de al lado. Sus voces, bajas y conspiradoras, se movían en la suave brisa, y Adrian, deseoso de comprender este nuevo mundo, escuchaba atentamente.

"He oído decir que la Gran Academia Arcana está enviando de nuevo a sus Tutores de Talentos", dijo Hemlock con voz áspera, dando un largo trago a su cerveza ligera. "Dentro de dos años, dicen. Para medir a los nobles mocosos".

Myra suspiró, frotándose la espalda dolorida. "Sí. Siempre son así, ¿verdad? Nuestros hijos solo tienen una oportunidad con ese detector rudimentario. Una sola. Si no se enciende, se acabó. A menos que... tengas monedas. ¿Y quién tiene monedas para una segunda prueba?"

Theron gruñó. "Normalmente malgastar dinero. Los niños con talento... simplemente *son*. No hay necesidad de repetir exámenes sofisticados. No para nosotros. La Familia Real, bendita sea, reserva la Academia para los verdaderamente dotados, o los que nacieron con suerte."

El pequeño corazón de Adrian se encogió. Una vara detectora. Una oportunidad. Y luego, una vida de trabajo, igual que sus padres. Las familias nobles, con sus talentos innatos y fácil acceso a la tutela de la Academia, vivían en un mundo completamente aparte. Ellos eran los maestros, protegidos por el Emperador y bendecidos por la Gran Academia Arcana, que se situaba muy por encima incluso de los duques más poderosos. Para él, un plebeyo con "Poco Talento", las probabilidades eran desastrosas.

*Bueno, este mundo es fantástico y mágico, pero para alguien como yo, es solo… un campo. Y un camino muy, muy lento a cualquier otro lugar. A menos que…*

Miró sus pequeñas y sucias manos. *De acuerdo, Adrian. Juego nuevo. Reglas nuevas. Sin trampas. Solo... a moler.* Respiró hondo, tembloroso, el aire seco llenándole los pulmones. El misterioso mundo viviente se extendía ante él, un dragón cuya cola ni siquiera podía vislumbrar. Pero él estaba allí. Y tenía un panel. Un panel estúpido, persistente y magnífico que le prometía, eventualmente, una forma de conquistarlo. Un punto de experiencia dolorosamente ganado, ridículamente específico, a la vez. Caminaría hasta que se le cayeran las piernas. Levantaría rocas hasta que se le rompieran los brazos. Haría pequeñas fogatas, practicaría la respiración, lo que fuera necesario. Porque eventualmente, todas esas insignificantes ganancias se sumarían. Tenían que hacerlo.