Ardin y el recuerdo del combate
—Nunca creí que fueran tan poderosos... los hermanos Starwind... —murmuró Hiroshi.
—¡Hahaha! ¡Muero de ganas por pelear contra ellos! ¡Ardin, tienes que lograr que nos toque mañana, por favor! —pidió Kenjiro, con ojos encendidos.
Ardin apenas los escuchaba. Sumido en sus pensamientos, repasaba el combate de ese día: Ash, Kai y Amadeo… esa pelea aún le retumbaba en la cabeza.No lo podía creer. Sabía que por el apellido serían fuertes... pero no tanto.
"Esos golpes de Kai… esa forma de pelear… al principio lo tenían acorralado, y después... cada vez era más fuerte. Parecía que cuanto más duraba el combate, más aumentaba su resistencia y su poder..."
Ardin cerró los ojos por un segundo. La imagen era clara: Kai resistiendo, avanzando... golpeando con furia.
"Y Ash... maldito... se pasó todo el combate huyendo... ¡como si estuviera buscando algo! Y mientras tanto, dejaba que su hermano recibiera todo... aunque al final… con esa estrategia... logró retener a dos enemigos y dejarle el uno contra uno a Kai con el más fuerte..."
El ceño de Ardin se frunció. Por más que odiara admitirlo, ese grupo no era inferior en absoluto.
"Y Amadeo… ese soporte maldito... astuto, cubriendo y curando a Kai, potenciando a Ash en los momentos clave… un simple estudiante de primero… ¿cómo puede hacer eso? Investigué su apellido, Kaze... proviene de un linaje oscuro... un asesino serial en los registros… pero no creo que sean parientes... Aun así… su forma de esquivar, de romper barreras enemigas… fue…"
Su mano apretó el brazo del sillón con fuerza.
"... aunque… al menos… ya encontramos su punto débil."
La imagen le volvió a la mente: el inicio del combate había sido favorable para los hermanos… pero cuando los enemigos comenzaron a rotar entre sí, las cosas se complicaron.La mayor debilidad que había notado: proteger a Amadeo.Cuando los enemigos cambiaron de táctica y fueron por el soporte, el grupo de Ash se desestabilizó.
"Así es… proteger a ese soporte es su talón de Aquiles."
Mientras todo esto pasaba en su mente, los bravucones llevaban rato hablándole… pero Ardin no respondía.
—¡Ardin! ¿Nos estás escuchando? —insistió uno.
El príncipe parpadeó. Luego, con voz calmada, soltó:
—Lo siento... ustedes no pelearán todavía. Su objetivo es otro: ganar fácil... y forzarlos a desgastarse.Eso es todo por ahora.
Dicho eso, se estiró y bostezó con desdén.
Ryuji se levantó, encogiéndose de hombros.
—Bueno… es mejor no quedarnos mucho tiempo aquí. Si nos ven juntos, levantaríamos sospechas. Vámonos —dijo, jalando a su grupo.
Los bravucones pensaron lo mismo. Se retiraron minutos después.
Mientras tanto, en la enfermería…
Aurora era la única que aún no despertaba.Pero entre sus párpados, comenzaba a notarse un leve movimiento.Sus dedos se tensaban, mientras la voz de sus amigos —lejanas, pero familiares— resonaban en su mente.
—Miren... parece que Aurora está por levantarse —murmuró Amadeo, interrumpiendo la charla del grupo.
Todos se levantaron de inmediato y corrieron hacia la cama donde Aurora descansaba.
Lentamente, con esfuerzo, comenzaba a incorporarse. Sus párpados temblaban... su respiración era lenta.Todos la miraban con sonrisas aliviadas. Kai, exagerando, ya tenía los ojos brillando de emoción.
—¿Qué... fue lo que pasó...? —preguntó Aurora, en voz baja, con un tono frágil, intentando sentarse.
—Tranquila, te desmayaste después de que ganamos el combate. Fuiste la que más daño recibió… por eso aún no deberías moverte —respondió Freya, visiblemente preocupada, colocando una mano en su hombro.
—¡Siii! ¡Ganaron! ¡Las tres estuvieron impecables! Fue un gran combate, hahaha —añadió Amadeo, irradiando felicidad.
—¿Y ustedes? ¿Ya pelearon...? —preguntó Aurora, despertando poco a poco.
—Siii... la tuvimos medio complicada —respondió Kai, con aire orgulloso.
—¿Complicada? ¡Casi nos derrotan! —le replicó Amadeo, cruzado de brazos, visiblemente molesto.
El grupo continuó conversando animadamente, poniéndola al tanto de todo. Le contaron cómo había sido su combate… y que, tras su victoria, unos estudiantes de tercero los abordaron en el patio.Según ellos, tanto el grupo que enfrentaron como los rivales de las chicas eran estudiantes prodigio de rango ÉLITE… guerreros que no deberían haber peleado contra primero, sino contra cuarto o tercero.
A las chicas… les pareció raro.
Fue entonces cuando Ash, que se había mantenido en silencio, levantó la voz con una mirada seria, cortando el ambiente.
—Quisiera preguntarles algo —dijo, con un tono firme que tensó el aire a su alrededor—. ¿Ustedes… conocen al príncipe Ardin?
Las tres se quedaron en silencio.Sus expresiones lo dijeron todo.No fue una reacción de felicidad… ni de nostalgia.Era... agridulce. Rabia contenida. Frustración. Enojo… y decepción.Todo eso se reflejaba en sus rostros.
Ash lo captó al instante. No necesitaba más.
—Sí… pero… ¿eso qué tiene que ver? —preguntó Lili, aún sin entender a dónde iba esa pregunta. Para ella, Ardin no tenía relación con los combates.
Ash mantuvo la seriedad.
—Solo quiero saber… de dónde lo conocen.
Aurora desvió la mirada unos segundos. Luego suspiró, y con voz baja, empezó a contar:
—Bueno… cuando éramos más pequeñas… nuestros padres, al estar en el campo de batalla y dirigir varias tropas, recibieron el privilegio de enviarnos a las mejores escuelas del reino.Nos encantaba salir fuera del castillo… jugar en los campos… entrenar con la espada… queríamos ser fuertes, como ellos.
Un día, notaron que alguien las espiaba.Pasaron varios días así… hasta que le tendieron una trampa al misterioso observador.Resultó ser… el príncipe Ardin.
Asustado, se disculpó enseguida.Les confesó que le gustaba ver cómo practicaban a solas… y que quería unirse a ellas.
Siendo apenas unos niños, sin malicia ni desconfianza… simplemente lo aceptaron.A partir de entonces, entrenaban juntos, se divertían… caminaban por los pasillos de la escuela como amigos.
El día del cumpleaños de Ardin, las invitó personalmente.La sorpresa para las chicas fue grande… al notar que ellas eran las únicas invitadas.Aun así, lo pasaron bien… hasta que llegó el rey.
El padre de Ardin se comportó de manera extraña.Las chicas fueron retiradas amablemente por los sirvientes…Pero desde el exterior, escucharon la fuerte conversación.
El rey le exigía a su hijo ser el mejor rey en el futuro.No debía distraerse con "tonterías".Tenía que superar a todos… mejorar su rendimiento.No había espacio para amistades… ni para debilidades.
Todos en la sala de enfermería escuchaban con atención.Se les notaba incómodos. Incluso sintieron pena por Ardin.Pero Aurora continuó.
—Desde ese día… Ardin cambió. Se volvió más frío, más distante.Ya no se reservaba los insultos… se enojaba con facilidad.Nosotras… soportábamos todo. Sabíamos que esa rabia venía por la presión de su padre.
El día que todo explotó… fue en mi cumpleaños —dijo Aurora, con un suspiro.
El rey había decidido que sería "perfecto" casarla…A pesar de ser solo una niña.
Ya le habían conseguido pretendientes… nobles de aldeas cercanas, con poder político.Ella se negó.Pero no era la única.Las tres —Aurora, Lili y Freya— serían forzadas a casarse.
Ellas creían que esa idea venía del propio rey.Sus padres… se los dijeron con miedo y tristeza en el rostro.
Las tres escaparon esa tarde… al lugar donde solían entrenar.Estaban llorando… cuando apareció Ardin.
Pero sus palabras… no fueron las que ellas esperaban.
—Deben aceptar su destino. No pueden escapar.No sirven para ser guerreras. Solo para servir… a quien les toque.No son más que... inferiores —les dijo, sin piedad.
Ellas, enojadas, lo insultaron.Aurora incluso lo abofeteó.
El príncipe, furioso, respondió con palabras aún más hirientes…Insultos y desprecio…Como si todo el cariño de antes hubiera desaparecido.
Luego dijo que nunca más quería verlas.Ellas también juraron no volver a dirigirle la palabra.
Días después… como por arte de magia, las bodas fueron canceladas.Los padres, nerviosos, les dijeron que ahora serían libres de decidir su propio camino.
Por eso… las tres se esforzaron mucho para entrar en la academia.No fue difícil, claro… por sus apellidos y su condición de clase alta.Pero para ellas… eso no bastaba.
No querían vivir a la sombra de sus padres.Querían ser guerreras por mérito propio.
Cuando Aurora terminó de contar la historia…Todos en la sala quedaron en silencio.
Luego… comenzaron a animarlas.Les dieron palabras de apoyo… y de respeto.
Ash, que había escuchado todo en silencio… respiró hondo, se levantó… y se marchó sin decir nada.
Kai observó a los demás.
—Dejen que se vaya. Está pensando en otras cosas —les dijo, con tranquilidad—. No se preocupen por él.Más bien… anímense. ¡Mañana es el segundo día del torneo!Coman, descansen… y prepárense.