"¡Onii-chan, espera!" Gritó Himiko, trotando con la mochila rebotando a su espalda.
Reiji se detuvo a mitad de la vereda y giró con una media sonrisa. "Caminas muy lento, Himiko-chan"
"¡Mentira!" Replicó ella, inflando las mejillas. "Solo me distraje viendo cómo ese perro se rascaba la panza como tú lo haces en las mañanas"
Reiji soltó una breve carcajada. "¿Eso fue un insulto o un cumplido mal armado?"
"Un cumplido disfrazado" Murmuró Himiko mientras lo alcanzaba y se colgaba de su brazo. "Porque incluso si fueras un perro, seguirías siendo mi favorito"
Reiji no respondió. Se limitó a mirarla con una mezcla de ternura y resignación. Era así desde siempre: Himiko encontraba las formas más extrañas de demostrar afecto, y con el paso del tiempo, se había vuelto aún más apegada.
Ella hablaba sin parar, saltando entre temas sin orden alguno: lo que comieron en la escuela, el rumor de un profesor que usaba peluca, el nuevo chico raro que la miraba feo... Pero cada pocas frases, su atención volvía a Reiji. Una mirada lateral. Un toque en el brazo. Una pregunta innecesaria que solo buscaba oírlo hablar.
Él le seguía el ritmo con la serenidad de quien está acostumbrado a una rutina diaria. No hablaba mucho, pero tampoco necesitaba hacerlo. Su simple presencia bastaba para calmarla.
Ese día, su madre no había podido ir por ellos. Nada inusual, solo un atraso laboral. Así que regresaban solos por la misma ruta de siempre, aquella que bordeaba una hilera de tiendas viejas, faroles oxidados y calles silenciosas. Era una zona segura, al menos en apariencia.
Pero al girar en una intersección vacía, Reiji lo sintió.
Ese maldito cosquilleo.
La nuca le vibró como una alarma silenciosa.
"¿Onii-chan… por qué estás tan callado?"
Reiji no respondió de inmediato. La calle estaba más vacía de lo usual. Muy vacía. Y eso no le gustaba.
"Solo estoy pensando" Dijo al final, sin mirarla.
Himiko frunció el ceño, inflando las mejillas como si esperara que él se disculpara. "Pensando en mí, ¿cierto?"
Eso sí lo hizo sonreír. Apenas.
"No tanto"
"¡Mentiroso!" Exclamó ella, apretándole el brazo. "Sé que siempre estás pensando en mí, aunque no lo digas."
Él no respondió. La dejó hacer.
El crujido de una lata rodando al viento hizo que Reiji girara la vista por reflejo.
Nada.
Solo una brisa que arrastraba polvo y envolvía la esquina con un aire pesado.
Demasiado silencioso para una calle tan transitada a esa hora.
"Reiji…" Murmuró Himiko, notando también cómo el ambiente se había vuelto denso. Ella no era tonta. Tal vez no podía leer el mundo como él, pero sí podía leerlo a él. "¿Pasa algo?"
"No te separes de mí" Dijo sin mirarla, con voz baja.
Himiko parpadeó. Dejó de bromear. Asintió, aferrándose a su brazo.
Dieron unos pasos más. A su derecha, el callejón que solía estar lleno de bolsas de basura y ruido urbano ahora parecía un pasadizo olvidado. Gris, sucio, inmóvil. Y al cruzar frente a él, lo inevitable ocurrió.
"¡Ey!" Exclamó un adolescente, interponiéndose en su camino. El recuerdo fugaz del primer contacto con su segundo Quirk apareció en su mente, a la vez que veía la figura que acababa de aparecer. Tendría unos quince, quizás dieciséis. Pelo oscuro, gesto burlón. "¿No les parece que son demasiado pequeño como para andar solos?"
El chico lo dijo como si fuera una broma. Pero sus ojos decían otra cosa. Evaluaban. Probaban.
"¿De verdad lo crees?" Respondió Reiji con neutralidad, pero ya había dado un paso sutil hacia adelante, dejando a Himiko medio paso detrás.
"Oye, tranquilo" Dijo otro chico, apareciendo por el otro lado. Este era más corpulento, de piel curtida, y con una chaqueta rota que no ocultaba sus nudillos vendados. "Queríamos charlar. Nada grave."
Himiko dio un tirón leve al brazo de Reiji. Su cuerpo y su mente entendieron lo que pasaba. Él no se movió.
Los dos chicos los habían encerrado. Frente y espalda. No tenían a dónde ir.
"Se nota que eres fuerte, pero... ¿Cuántos tienes, diez, quizás once?" Dijo el primero, viendo la altura y físico del pequeño frente a él, aunque su hipótesis estaba completamente equivocada, Reiji todavía tenia ocho años, apunto de cumplir los nueve.
"¿Para que quieres saber?" Preguntó Reiji, con la mirada ya evaluando distancias, alturas, posibles rutas de escape.
"Para ver que tanta pena me dará darte una paliza" Sonrió el más grande.
Y sin más, atacó.
Un puñetazo cruzado. Rápido. Bien dirigido. Directo a su pecho.
Himiko se sobresalto, liberando el otro brazo de Reiji que apenas pudo poner sus brazos al frente para bloquear el puñetazo, pero el impacto le sacudió el brazo. Era evidente que la fuerza de un adolescente con su Quirk entrenado iba a dolerle, tener un Quirk por si solo, adaptaba al cuerpo a una buena condición física y fuerza.
Pero no se quedo atrás, nunca había peleado antes pero había entrenado en silencio.
Reiji se inclinó y contragolpeó. El puño dio en el costado del oponente, haciéndolo retroceder dos pasos, aunque su expresión no fue de dolor, solo diversión...
"¡Ahora!" El tipo frente a él grito, dándole una señal al que estaba a sus espalda y empezara a correr a donde Himiko, que se quedo paralizada instantáneamente.
Reiji apenas logro darse vuelta, antes de sentir como todo su mundo giraba en noventa grados, su vista cambio y sus piernas se tambalearon a su derecho, como si fuera absorbido por la nueva gravedad a su costado.
"¡Reiji!" Gritó Himiko.
La vio con el rabillo del ojo. El más flaco se acercaba a ella desde el costado, sacando algo del bolsillo. No era un cuchillo. Era un trapo húmedo.
'¡Mierda… cloroformo!'
El impulso no fue racional. Fue instinto. Su sangre reaccionó.
Se voltio para mirar a su agresor, que había cambiado su punto de gravedad. Una estacada salía de su antebrazo, envolviendo a la figura y haciendo que impacte fuertemente contra el muro a su costado.
Todo su mundo volvió a la normalidad, con el punto de gravedad nuevamente en el suelo. Se levanto al instante, mirando fijamente al tipo que estaba sujetando a Himiko. Su mirada era fría, tanta que el propio tipo tuvo un escalofrió en toda la columna.
El segundo agresor quiso seguir, pero al ver lo que tenía delante, se detuvo. Sudaba. Reiji lo notó.
Diez agujas finas se lanzaron de la yema de los dedos de Reiji, impactando en el cuerpo del segundo agresor que solo miro sorprendido. Distintas partes de su cuerpo fueron atravesadas, haciendo que caiga del dolor.
Himiko aprovecho y se alejo a donde Reiji, dándole un abrazo mientras su cuerpo todavía temblaba.
"¿Quién los envió?" Preguntó con voz controlada. Sabia que el silencio absoluto de las calles no era una coincidencia, y mucho menos este ataque. ¿Asaltar a un par de niños que lucían de diez años? ¿Qué clase de imbécil lo haría, sabiendo que no sacaría nada valioso de eso?
"¡Nadie! Solo… fue una apuesta, ¿sí?" Dijo el primer agresor, mientras salía con algunas heridas de la pared a la que había sido anclado anteriormente.
Reiji no creía una palabra. Su sangre se levanto de nueva cuenta, amenazando al tipo que había intentado dormir a Himiko, su expresión de dolor y terror era evidente.
"¡Ya basta, por favor! ¡No sabíamos quién eras! ¡Nos mandaron!"
Reiji alzó una ceja. "¿Quién?"
"N-no lo sabemos. Solo nos dieron una descripción… nos dijeron 'la hermana del sujeto Reiji'. ¡Nada más!"
El corazón de Reiji se detuvo por un instante. Una corriente helada le recorrió la espalda.
"¡T-toma, aquí esta. Es lo único que nos dieron, llévate el dinero si quieres!" Grito alarmado el tipo que seguía en el suelo, mientras de sus bolsillos saca una nota y una buena cantidad de dinero.
"¡Váyanse!" Grito una ultima vez. Las agujas seguían flotando, listas para un movimiento y atravesar a ambos agresores.
Los dos adolescentes se arrastraron fuera de la calle sin mirar atrás, dejando solo el eco de sus pasos y su respiración agitada.
Reiji soltó el aire que no sabía que había estado conteniendo. Luego bajó la mirada a Himiko.
"¿Estás bien?"
Ella asintió, aún abrazada a él. Pero no dijo nada.
Luego su mirada se dirigió al papel que el tipo había dejado sospechosamente, le sorprendió el ver como se levanto tan fácilmente, incluso después de haber atravesado su cuerpo con diez agujas distintas en parte no vitales...
'Esto... Esto me huele a complot. ¿Sera el mismo tipo que me entrego la carta anteriormente? ¿Por qué meter a Himiko esta vez?'
Camino con Himiko para recoger el papel y el dinero, ¥10000. No era algo poco para ser un simple favor, debido a la presencia de su hermana en el lugar, decidió ver la nota más tarde.
Reiji guardó el papel en el bolsillo interno de su chaqueta, sin decir nada más. El dinero lo dobló con cuidado y lo guardó en otro sitio. Luego miró a Himiko.
"Vamos a casa"
Ella asintió, tomándole la mano con más fuerza que antes. Caminaron en silencio el resto del camino. Ninguno mencionó la pelea. Ninguno dijo una palabra sobre lo que acababa de ocurrir.
Cuando doblaron por la última calle, Reiji se detuvo un momento. Miró a su hermana con seriedad.
"No digamos nada a mamá ni a papá"
Himiko lo observó con una expresión que oscilaba entre el alivio y la ansiedad, pero acabó asintiendo. "Solo si tú estás bien…"
"Estoy bien"
Ella sonrió débilmente, y volvieron a caminar como si el mundo no hubiese intentado tragarlos hacía apenas unos minutos.
***
Dentro de un callejón detrás de una tienda de soba cerrada, los dos agresores se apoyaban contra una pared grafiteada. Ambos estaban magullados, jadeando, y uno de ellos se sujetaba el hombro con una mueca de dolor.
Frente a ellos, una figura delgada con abrigo largo y gafas oscuras los observaba sin expresión.
"¿Resultados?" Preguntó con voz neutra.
"El chico… es fuerte" Respondió el que tenia el Quirk gravitacional, mientras movía sus articulaciones con el ceño fruncido. "Demasiado fuerte para su edad. Instinto, reacción, control quirúrgico de su Quirk. Es impresionante"
"Y una mentalidad peligrosa" Añadió el otro. "Cero vacilaciones cuando atacaron a la chica. No reaccionó como un niño. Reaccionó de forma racional, además se había percatado antes de que algo andaba mal" Las manchas de sangre seguían en su lugar, pero sus heridas se habían curado ya sin problemas.
El hombre asintió. Sacó una libreta pequeña de su abrigo y escribió una sola palabra.
"Adecuado"
Luego dio media vuelta y desapareció en la oscuridad. No sin antes dejar una suma de dinero aun mejor que la que dejaron anterior con Reiji antes.
"Recuerden estar al pendiente, todavía queda trabajo por hacer"
***
Reiji estaba sentado frente a su escritorio, solo con la lámpara encendida. Sus dedos tamborileaban sobre la madera, apenas audibles, como si estuviera marcando el ritmo de sus pensamientos.
El papel seguía ahí.
Llevaba días sin abrirlo, desde el encuentro con los dos adolescentes. Lo había guardado entre sus cosas sin saber exactamente por qué. Prudencia, quizás. O simplemente miedo a lo que pudiera decir.
Ahora, sin Himiko cerca, sin el murmullo constante del día, no había más excusas.
Lo desdobló.
La misma tinta. La misma caligrafía elegante, extrañamente precisa. No había un encabezado ni un saludo. Solo una afirmación.
Reiji se inclinó ligeramente hacia adelante. Sus ojos repasaban cada letra con una lentitud tensa, como si quisiera asegurarse de no malinterpretar nada.
"Si tienes esto, entonces has aprobado. ¡Felicidades!"
Reiji frunció el ceño. Pero siguió leyendo las lineas.
"Usaste tus dos fuerzas con destrezas, pareces ser un prodigio ¿No?. Seguro te preguntas quien soy, o quienes somos. Eres pequeño pero estoy bastante seguro que sabes perfectamente lo que esta sucediendo"
Su mirada se agudizo, sabia perfectamente lo que estaba pasando, era obvio. Aun así, no sabia que organización era específicamente.
"Quieres convertirte en un héroe, ¿No es así?"
"Aunque con ese mal habito de sangre, puede que se vuelva algo complicado"
Reiji se quedó inmóvil. El papel entre sus manos. El corazón golpeando con una fuerza que no se reflejaba en su rostro.
"¡Pero no te preocupes, tenemos todo planeado!"
Apretó los labios. Incomodo por la forma que estaba escrita la carta, sin embargo seguía.
"Un héroe significa sacrificio, actos que no tomo el mundo nota"
Esa línea… esa metáfora. La misma que su padre en la vida pasada había ocupado, un héroe silencioso para la humanidad...
"Los ojos correctos ya te observan. A veces, las alas más silenciosas no vienen del cielo. Vuelan bajo, para no levantar sospechas"
Y justo debajo, como si el autor dudara de escribirlo, en una esquina en tinta más tenue como si no quisiera que se leyera, pero sí que se encontrara.
"Nos vemos pronto, estate atento"
Un débil suspiro escapo de su boca, sabia perfectamente que esta vez no era una amenaza o un juego psicológico, ya estaba dentro de esto. A pesar de no haber dado su permiso, ya era parte del juego.
'No es AFO definitivamente... ¿La comisión de héroe, o el frente de liberación de Quirk? Creo que es clara la respuesta...'
Miro una vez más una linea en especifico, antes de despegar su vista del papel.
Cerró los ojos unos segundos. No buscaba respuestas, no aún. Lo que buscaba era memorizar cada palabra.
Porque algo se estaba moviendo.