*DANIEL*
Mientras estábamos fuera de la casa, la brisa fresca de la mañana soplaba suavemente, aliviando un poco la tensión que aún flotaba en el aire. Mateo, con su mochilita al hombro, se acercó a Sofía, quien lo miraba con una expresión más suave, casi maternal.
"Cuídate, Mateo," le dijo Sofía, acariciando su cabello. "Nos vemos pronto."
Mateo asintió, dándole un beso rápido en la mejilla para luego expedirse de la misma manera de las chicas. A pesar de su actitud infantil y juguetona, se notaba que había una cierta preocupación en sus ojos. Pero antes de que pudiera decir algo más, Anni lo tomó de la mano y comenzaron a caminar hacia el auto.
Las chicas, aunque un poco nerviosas aún, se acercaron a Anni antes de que se fuera, dándole una última palabra de agradecimiento. Valeria, con una sonrisa cautelosa, fue la primera en hablar.
"Gracias, Anni," dijo, su voz suave pero firme. "De verdad apreciamos tu apoyo. Sabemos que no es fácil aceptar algo así, pero vamos a demostrar que podemos ser lo que Daniel y todos necesitan."
Anni la miró de reojo y asintió, una ligera sonrisa formándose en sus labios, aunque mantenía una expresión seria. "Eso espero. No será fácil, pero si realmente lo creen, podrán lograrlo."
Mariana, con una postura más nerviosa, añadió: "Prometemos que no es un juego ni algo que tomemos a la ligera. Sabemos que lo que estamos construyendo no es algo que se haga de la noche a la mañana, pero vamos a hacer todo lo posible para que funcione."
Anni asintió nuevamente. "Está bien. Quiero ver resultados, no solo palabras."
Finalmente, Laura, que había estado callada durante gran parte de la conversación, se adelantó. "Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntas. No sé cómo se verá todo, pero vamos a darlo todo por esto. No te defraudaremos."
Anni las observó detenidamente, y aunque su mirada seguía siendo crítica, había algo en su actitud que sugería que, a pesar de las dudas, se sentía más tranquila con las palabras que había escuchado.
"Solo recuerden algo," dijo Anni, antes de girarse hacia el auto. "Esto no será fácil. Habrá muchos desafíos. Pero si realmente quieren que funcione, tendrán que luchar por ello todos los días."
El tono de su voz era firme, pero había una especie de aceptación en su mirada. Cuando se subió al auto con Mateo y comenzó a arrancar el motor, las chicas, a pesar de estar llenas de nervios, se sintieron un poco más aliviadas. Había sido un paso importante, y aunque no todo estaba resuelto, al menos se sentían respaldadas, aunque aún quedaban muchas preguntas por responder y caminos por recorrer.
Yo observaba a las chicas, sintiendo el peso de lo que se había dicho, pero también sabiendo que todo esto era solo el principio. Las palabras de Anni resonaban en mi cabeza: "No será fácil." Pero algo dentro de mí me decía que estábamos listos para hacer frente a lo que viniera, porque, al final, este no era solo un paso para mí, sino para todos nosotros.
"Vamos," dije, mirando a las chicas con una sonrisa. "Todavía hay mucho que hacer. Pero ahora tenemos algo que cuidar. Y lo haremos bien."
El viento seguía soplando suavemente, como si nos estuviera dando una especie de alivio momentáneo, antes de que nos enfrentáramos al siguiente reto. Pero estábamos juntos, y eso, por ahora, era lo que importaba.
Al regresar al interior de la casa, el cansancio se notaba en cada uno de los movimientos de las chicas. A pesar de la conversación tensa y todo lo que implicaba, ellas se desplomaron en el sofá, casi como si el peso de lo ocurrido hubiera sido demasiado para ellas. Yo solo me reí suavemente, viendo cómo, una a una, se acomodaban a mi alrededor, buscando un respiro.
Valeria, Mariana, Laura y Sofía, sin pensarlo dos veces, se acomodaron a mi lado de diferentes maneras, algunas sobre mis piernas, otras sobre mi regazo o abrazándome con suavidad. En ese momento, todas parecían rendidas pero al mismo tiempo aliviadas por lo que había pasado.
Con una voz tranquila y relajada, Valeria rompió el silencio. "Una menos," dijo con una risa suave, mirando a las demás.
Mariana, acostada sobre mis piernas, levantó la vista hacia el techo y suspiró.
"Siete años de amistad... es muy diferente a dos días de relación," comentó, haciendo un gesto con la mano como si intentara quitarse la tensión de encima. "Todo fue muy rápido... conocer a la hermana de Dani, cuando apenas estábamos comenzando a entendernos en esto." Su tono era serio, pero también había algo de incredulidad en su voz.
Sofía, recostada sobre mi pecho, asintió, mirando a las demás. "Sí, sin duda, todo fue tan imprevisto... Anni dejó a Mateo con él, y al día siguiente ya estábamos todos frente a ella." Hizo una pausa y sonrió, con algo de ironía. "Ni siquiera teníamos tiempo de procesar lo que pasaba, y ya nos encontrábamos explicándole nuestra situación."
Laura, que estaba sobre mi regazo, suspiró con una sonrisa cansada. "No sé ni cómo lo hicimos, pero sobrevivimos. Aunque no será fácil... al menos, por ahora, tenemos la oportunidad de demostrarlo."
A pesar de la ligera tensión que aún flotaba en el aire, algo en el ambiente había cambiado. La situación estaba lejos de estar resuelta, pero, de alguna manera, había una sensación de alivio al saber que no estábamos solas en esto. Estábamos en esto juntas, y aunque aún quedaba mucho por recorrer, por lo menos podíamos respirar, aunque fuera por un momento.
"Esto no acaba aquí," dije en voz baja, mirando a todas con una sonrisa. "Apenas estamos comenzando, pero lo que importa es que estamos juntos en esto. Todos estamos aprendiendo y creciendo."
Mariana, que seguía recostada sobre mis piernas, se acomodó un poco mejor y, de repente, sin previo aviso, tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso rápido pero lleno de determinación. Al separarse, sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y seriedad mientras decía: "Hay que hacerlo funcionar, sí o sí."
Antes de que pudiera responder, Valeria, que estaba cerca, añadió, con una sonrisa traviesa: "Espero que no hayas olvidado lo que prometieron, que cuando Mateo no esté aquí, nosotras nos divertiremos contigo."
Reí de forma suave y negué con la cabeza, tratando de mantenerme calmado ante la marea de emociones. "Nunca prometí nada," dije, intentando restarle importancia.
Pero Laura, que estaba justo a mi lado, se adelantó y con una mirada cómplice añadió: "La promesa no fue contigo."
Sofía, que estaba apoyada sobre mi pecho, se inclinó para darle un suave beso en la mejilla antes de agregar: "No fue contigo, Dani. Fue entre nosotras."
Sin decir más, todas me miraron con esa mezcla de complicidad y ansias de lo que vendría. Me levantaron de la posición en la que estaba y, con una suavidad en sus gestos, comenzaron a tomarme de las manos, llevándome por las escaleras. Las risas suaves y la sensación de expectación llenaron el ambiente mientras subíamos hacia la habitación.
Aunque no dijimos nada más, el aire estaba cargado de lo que ya sabía que sucedería en ese momento; la necesidad de estar más cerca, de compartir algo más que palabras.
A medida que nos acercábamos a la habitación, las miradas entre ellas y la mía se hicieron más intensas, y no necesitábamos decir nada más.
*****
El calor de sus cuerpos se mezcla con el mío, y aunque el roce de la piel es suave, siento como si todo el peso de lo que hemos vivido juntos se desvaneciera en un solo instante. Cada beso, cada caricia, me recuerda lo mucho que significan para mí.
No es solo la cercanía física lo que me consume, es la forma en que sus almas parecen encontrarse con la mía en cada movimiento.
Cuando sus dedos trazan líneas invisibles sobre mi piel, siento que no es solo el contacto físico lo que buscan, es algo mucho más profundo. Buscan conexión, buscan pertenecer. Y en esos momentos, no hay duda de que lo somos, todos estamos juntos, completándonos sin palabras.
Las manos de ellas sobre mí me hacen sentir más vivo que nunca. Siento la electricidad entre nosotros, y aunque mi cuerpo responde, lo que más me impacta es cómo mis sentimientos crecen con cada gesto. Siento el calor en mi pecho, el peso de sus miradas y sus respiraciones entrecortadas, y me doy cuenta de que esto no es solo deseo. Es más, mucho más. Es cariño, es amor, es confianza. Y aunque estamos en un espacio físico, sé que estamos atravesando una barrera emocional mucho más significativa.
"Esto es real, ¿verdad?" Susurra Valeria cerca de mi oído, y al escuchar su voz, sé que lo que estamos compartiendo es algo que va más allá de lo físico. "Sí, lo es," le respondo en voz baja, con una sonrisa, sintiendo cómo mi corazón late fuerte, no solo por el deseo, sino por todo lo que significamos el uno para el otro.
****
*VALERIA*
Mis manos acarician su piel, lentamente, como si quisiera grabarlo en mi memoria, como si quisiera que este momento nunca se acabara. Cada roce de mi piel contra la suya es una promesa que hago en silencio: que estaré aquí, que siempre estaré aquí para él. No es solo la sensación del contacto, es la conexión que siento en cada caricia. Es la forma en que su cuerpo responde al mío, cómo nos complementamos sin hablar.
"Te quiero… mucho," le susurro mientras mi rostro se apoya en su pecho. "Lo sé," responde él suavemente, y es como si esas dos palabras hicieran que todo en el mundo desapareciera, como si en este espacio sólo existiéramos nosotros, con nuestros corazones entrelazados.
Estoy aquí, en este momento, con él, y siento como si todo lo que ha pasado, todo lo que hemos construido, se reflejara en cada pequeño movimiento. No necesito palabras para expresar lo que siento. Cada beso, cada toque, dice todo lo que mi corazón no puede articular. Y aunque la pasión fluye entre nosotros, la serenidad que siento es lo que más me conmueve. Estoy completa en este momento, con él, rodeada de sus caricias y de las suyas.
****
*MARIANA*
Es difícil describir la sensación de tenerlo cerca, de sentir su cuerpo contra el mío. Cada roce me hace sentir más conectada, más viva. Mis dedos recorren su pecho, su cuello, como si cada parte de él tuviera una historia que quiero conocer. Y en ese momento, lo sé: cada caricia es un paso hacia lo que somos. Mis labios se encuentran con los suyos, y el mundo se desvanece. No hay nada más allá de nosotros, solo el calor de nuestros cuerpos y la verdad de lo que compartimos.
"Nunca imaginé estar así contigo…" murmuro contra su piel, sintiendo su corazón latiendo cerca del mío. "Y yo tampoco," responde, con un suspiro, "pero aquí estamos."
La intensidad en su voz me hace sentir más segura, más conectada a él que nunca. Esta sensación en mi pecho es indescriptible. Hay algo profundamente emocional en cada toque, algo que va más allá de lo físico.
Cuando siento su respiración sobre mi piel, la forma en que su cuerpo se mueve junto al mío, sé que estamos conectados de una manera que va más allá de cualquier palabra. Es una sensación de pertenencia, de unidad. Y aunque el momento es intenso, también es suave, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros.
****
*SOFÍA*
Cada parte de su cuerpo sobre el mío se siente como una bendición, como si en cada segundo que pasamos juntos, estuviéramos reconstruyendo todo lo que creíamos conocer sobre el amor. No es solo el deseo lo que me impulsa, es una necesidad de estar más cerca, de conocerlo más profundamente. Mis manos exploran su cuerpo, no solo en busca de placer, sino en búsqueda de algo más. Algo que no se puede definir fácilmente, pero que se siente en el aire, en el espacio entre nosotros.
"Siempre supe que de alguna manera íbamos a estar juntos, incluso cuando las cosas parecían imposibles," le digo, con una sonrisa, mientras lo abrazo con fuerza. "A veces siento lo mismo… pero mira dónde estamos ahora," responde él, mientras me acaricia la mejilla suavemente.
El susurro de sus palabras me envuelve, dándome esa seguridad que siempre he buscado. Sé que, pase lo que pase, estamos construyendo algo mucho más allá de lo que la vida nos pueda ofrecer.
El roce de su piel contra la mía es cálido, reconfortante. Es un recordatorio de que estamos aquí, ahora, en este momento, compartiendo algo único. Mis caricias no son solo físicas, son una forma de decirle que lo entiendo, que lo acepto, que lo quiero más allá de cualquier miedo o duda. En este instante, lo único que importa es la conexión que tenemos, lo que sentimos, lo que nos damos mutuamente. Y cuando sus manos tocan mi rostro, siento que no hay nada más en el mundo que desee más que estar en este espacio, con él, sintiendo todo lo que somos.
****
*LAURA*
Mis dedos recorren su espalda, sintiendo el contorno de sus músculos, el calor de su cuerpo, la firmeza en cada movimiento. Cada roce, cada susurro, se siente como una promesa. No es solo el cuerpo lo que me atrae, es la esencia de él. Es la forma en que sus ojos me miran, la forma en que su cuerpo se adapta al mío. Todo lo que soy responde a su toque, y todo lo que siento se refleja en la suavidad de sus gestos.
"Te prometo que siempre estaré aquí para ti," le susurro, mirando sus ojos intensos, como si quisiera que supiera lo que realmente significa para mí. "Lo sé, Laura. Yo también lo prometo," responde él, con una mirada que me hace sentir más cerca de lo que jamás creí posible.
Este momento es un escape, pero también un regreso a casa. Cada caricia es una reafirmación de que estoy donde quiero estar. Mi respiración se acelera, pero no por la urgencia, sino por la conexión profunda que compartimos. Este no es solo un momento físico, es emocional, es verdadero. Y cuando nuestros cuerpos se mueven juntos, no siento que estemos separados por nada. Estamos en sincronía, no solo en cuerpo, sino en alma.
***
*DANIEL*
Estábamos todos acostados, exhaustos pero satisfechos, el sudor pegado a nuestras pieles, pero lo que más destacaba era la calma que finalmente había llegado, el tipo de calma que solo se experimenta después de una liberación emocional tan profunda. Las chicas se acomodaron sobre mí, aún temblorosas, pero con esa sensación de haber llegado a algún lugar importante, algo que apenas empezábamos a entender, pero que ya sabíamos que significaba mucho.
Valeria fue la primera en romper el silencio, su voz suave y llena de ternura.
"Te amamos, Daniel", dijo, acariciando suavemente mi pecho. "Así como tú a nosotras. Y por eso, superaremos todo lo que se nos ponga enfrente, en cada paso que demos."
Mariana asintió, pegándose un poco más a mí, y sin soltarme, susurró "Lo que sea, pero juntos."
Laura se acomodó en mi lado, poniendo su cabeza sobre mi hombro, y sonrió suavemente. "Este es solo el principio, Daniel. Juntos, todo es más fácil."
Sofía, la más callada de todas, me miró con esa mirada tranquila, como si quisiera transmitir todo lo que sentía sin usar muchas palabras. "Y cuando todo se calme, y todo lo demás pase... nosotros seguiremos aquí, haciéndolo funcionar."
Sentí sus palabras resonando en mi corazón. Ellas, de alguna manera, habían hecho que todo esto fuera más que solo una relación complicada. Se había convertido en un vínculo que no se podía romper, y que nos unía de una manera única. No importaba lo que el futuro trajera, sabíamos que, como ellas decían, lo haríamos funcionar.
Me incliné hacia ellas y, con una sonrisa cansada pero genuina, les respondí "Las quiero, a todas. No me importa lo que pase, porque sé que si estamos juntos, podemos superar cualquier cosa."
Con un suspiro compartido, sus labios se encontraron con los míos, un beso suave, lleno de promesas no dichas, un beso que simbolizaba lo que habíamos compartido, lo que éramos y lo que seríamos.
"Ahora, a descansar", dije en voz baja. "Mañana será otro día, pero por ahora, dejemos que todo se quede aquí."
Cerré los ojos, escuchando sus respiraciones relajadas mientras se acurrucaban a mi alrededor. El calor de sus cuerpos era un recordatorio de que estábamos juntos en esto, y que, a pesar de los altibajos, encontraríamos una manera de seguir adelante.
Las chicas, exhaustas, se dejaron llevar por el sueño, mientras yo seguía allí, rodeado por su amor, su confianza y la certeza de que este era solo el comienzo de algo mucho más grande.
Finalmente, todo quedó en silencio, un silencio pacífico que solo se puede encontrar cuando, por fin, el caos da paso a la calma. Y en ese silencio, con sus cuerpos cerca de los míos, me dormí, sabiendo que, juntos, podíamos enfrentar lo que fuera.
****
N/A: Para ser sincero, no me gustó este capitulo, Pero no se, lo sentí necesario.