*DANIEL*
Estaba sentado en la mesa, tratando de mantenerme lo más neutral posible mientras todos desayunaban. No quería que mi incomodidad se hiciera demasiado evidente, aunque debo admitir que había algo en el aire, algo tenso, que me hacía sentir como si todo estuviera a punto de explotar.
Las chicas, como era de esperarse, estaban nerviosas, mirando de reojo a Anni, como esperando que ella fuera la que iniciara la conversación. Yo, por mi parte, me mantenía callado, disfrutando del momento lo mejor que podía, aunque sabía que la presión iba en aumento. Anni, por otro lado, parecía mucho más relajada, aunque no perdía la oportunidad de lanzarnos miradas evaluadoras, como si nos estuviera probando en cada palabra.
La dinámica era extraña, pero había algo divertido en todo eso, aunque no lo dejé ver. Era obvio que las chicas estaban esperando alguna intervención de mi parte, como si fuera el mediador o algo por el estilo. Pero no iba a hacer nada. Esa era parte del plan entre Anni y yo: ella quería ver cómo reaccionaban por sí solas, sin mi intervención directa.
Lo peor de todo era Mateo, que estaba allí, sentado en la mesa, comiendo sus hotcakes con su típico entusiasmo infantil, ajeno a lo que estaba ocurriendo realmente. Escuchaba las preguntas de su mamá, pero no entendía del todo el peso de la situación, y eso me tranquilizaba un poco. No quería que él se sintiera incómodo o preocupado.
Fue entonces cuando Anni volvió a hablar, su tono calmado pero serio, casi como si quisiera asegurarse de que nuestras intenciones eran genuinas.
"Bien, chicas" empezó, mirándonos detenidamente, "¿de verdad están preparadas para algo como esto? ¿No tienen miedo de que esto se derrumbe por la primera dificultad que se les presente? Porque no me cabe duda de que van a haber problemas. Las relaciones así no son fáciles, y la verdad, me gustaría saber si están realmente comprometidas a lo que están haciendo."
Las chicas se tensaron aún más, como si esperaran que fuera yo quien dijera algo, pero seguí en silencio, observando cada reacción. Estaba claro que Anni no iba a dejar pasar nada. Quería saber si estaban dispuestas a seguir adelante, a pesar de todo.
Valeria fue la primera en responder, y aunque su voz temblaba ligeramente, su mirada fue firme.
"No es fácil, eso lo sabemos" dijo, mirando a las demás por un momento. "Pero esto no es algo que hayamos tomado a la ligera. Al principio fue confuso, pero ahora... ahora estamos comprometidas con esto, con Daniel y con todo lo que hemos estado construyendo."
Anni la miró fijamente, como si analizara cada palabra.
"¿Y qué pasa si las cosas no salen bien?" preguntó, su tono aún serio. "Si de repente alguien se siente fuera de lugar o algo no va bien, ¿qué harán entonces?"
Fue Laura quien respondió esta vez.
"Lo enfrentaremos, como todos los adultos lo harían" dijo, sin vacilar.
"No estamos aquí para huir de las dificultades. Estamos dispuestas a encontrar soluciones, a comunicarnos y, sobre todo, a ser honestas entre nosotras."
Anni asintió lentamente, pero sus ojos seguían fijos en ellas, como si quisiera asegurarse de que lo que decían era de verdad lo que sentían. Yo observaba todo desde mi lugar, sin intervenir. Como acordamos, este era su momento, no el mío.
"Ya veo" dijo Anni, tomando un sorbo de su café. "Pues espero que lo que dicen sea cierto, porque como dije, esto no es un juego. Si alguna de ustedes tiene dudas o no está dispuesta a dar el 100%, esto se acabará más rápido de lo que pueden imaginar."
La atmósfera en la mesa se volvió aún más densa. Las preguntas de Anni seguían llegando con una precisión quirúrgica, atacando puntos cruciales que las chicas, y sinceramente yo también, aún no habíamos abordado en su totalidad.
"Si esto funciona de verdad, ¿cómo piensan lidiar con lo que viene después?" continuó Anni con su tono analítico. "Los retos no van a ser lo que la sociedad piense, porque al final, lo que la gente murmure a sus espaldas no importa tanto. Lo que de verdad será un obstáculo es lo que sus familias piensen, lo que sus amigos cercanos crean, lo que sus propios padres les digan. ¿Están preparadas para enfrentarse a eso? Porque si creen que todos van a aprobarlo, se están engañando."
Las chicas se miraron entre sí. Ninguna desvió la mirada ni titubeó, pero pude notar que no era una pregunta sencilla de responder. Laura fue la primera en atreverse.
"Sabemos que no será fácil" dijo con firmeza. "Pero no vamos a escondernos ni a negar lo que sentimos. Si hay que enfrentar a nuestras familias, lo haremos, y si no lo aprueban, entonces tendremos que aprender a vivir con ello."
"Pero también sabemos que no podemos obligarlos a aceptar algo que no quieran" añadió Valeria. "Nos toca demostrarles que no es algo pasajero, que somos felices y que esto funciona."
Anni asintió, cruzándose de brazos.
"Bien, eso es lo mínimo que esperaba oír. Pero hay algo más importante."
Su mirada se tornó aún más penetrante, casi como si estuviera a punto de soltar algo que cambiaría la conversación por completo.
"Díganme… ¿Qué harán cuando lleguen a un nivel mucho más arriba, como cualquier otra relación normal entre dos personas? Estoy hablando de matrimonio. Y de hijos."
El silencio que cayó en la mesa fue brutal.
Las chicas se quedaron completamente rígidas, como si Anni las hubiera golpeado con un mazo de realidad que no habían considerado aún.
Sabía que no era una pregunta fácil. Ni para ellas ni para mí.
Lo que me sorprendió fue que mi cuerpo reaccionó antes que mi mente.
"No esperaba que tocaras ese tema tan pronto, Anni" dije, con mi voz más firme de lo que pretendía.
No fue hasta que hablé que me di cuenta de que la tensión que había estado acumulando dentro de mí salió de golpe. Mi tono fue tan serio que incluso las chicas se tensaron más de lo que ya estaban.
Mateo, que había estado ocupado con su comida, dejó de comer y me miró con curiosidad.
"¿Estás enojado, papá?"
Bajé un poco el tono y le di una sonrisa calmada.
"No, campeón. Solo estoy hablando con mamá y las tías."
Él pareció aceptar la respuesta y volvió a su plato, pero sentí que Anni me miraba fijamente.
Solté un suspiro y volví mi atención a la mesa.
"Para empezar, un matrimonio polígamo no es algo que esté aprobado legalmente" dije con claridad. "En nuestro país, al menos en los papeles, solo podría casarme con una de ellas. Y sinceramente, ese es un tema que ni siquiera hemos hablado todavía."
Me recargué en el respaldo de la silla, mirando a cada una de ellas.
"Sobre los hijos…"
Ahí fue donde me detuve por un segundo.
"No está prohibido que un hombre tenga hijos con diferentes mujeres, ni que una mujer tenga hijos de diferentes padres. Pero eso no significa que sea fácil."
Me tomé un momento para ordenar mis pensamientos antes de continuar.
"Tener hijos no es solo traer una vida al mundo y ya. Es responsabilidad, estabilidad, un compromiso a largo plazo. Y si bien no hemos hablado de eso entre nosotros, creo que si este es el camino que decidimos tomar, en algún punto tendremos que discutirlo."
Las chicas no dijeron nada, pero pude ver en sus rostros que el tema las había tomado por sorpresa.
"No les estoy pidiendo una respuesta ahora" dije, más calmado. "Pero es algo que, eventualmente, si seguimos juntos, tendremos que considerar. Porque esto no solo nos afecta a nosotros cinco, sino a cualquier vida que traigamos a este mundo."
Anni me observó en silencio, evaluando mis palabras.
Finalmente, soltó un suspiro y tomó su taza de café.
"Al menos eres consciente de lo que implica" dijo, tomando un sorbo. "Pero como dices, eso es un tema que tendrán que discutir en algún punto."
Las chicas asintieron levemente, aún procesando la conversación.
El desayuno continuó, pero la sensación en el aire había cambiado. El peso de la conversación se quedó con todos, y aunque no se dijo nada más al respecto, quedó claro que, tarde o temprano, tendríamos que enfrentar esa realidad.
****
Una vez que terminamos de desayunar, se notaba que las chicas no habían disfrutado la comida como deberían. Apenas si parecían haber sentido el sabor, demasiado atrapadas en la tensión de la conversación.
Cuando los platos quedaron vacíos, Laura y Mariana se ofrecieron a lavar los trastes, y tanto Anni como yo aceptamos sin discutir. Necesitábamos hablar en privado.
Subimos las escaleras y entramos a mi habitación. Apenas cerrar la puerta, Anni se cruzó de brazos y miró a su alrededor, alzando una ceja al notar el estado de la habitación.
"Bueno, bueno… definitivamente aquí durmieron cinco personas anoche."
Puse los ojos en blanco y me apoyé contra la puerta.
"No es como si tuviera otra opción."
Anni se acercó a la cama, tocando las sábanas con una expresión de burla.
"Espero que no hayan hecho nada con Mateo en la casa."
Resoplé, sin paciencia para sus bromas.
"No, claro que no."
Le lancé una mirada seria, y ella sonrió con burla antes de volver a ponerse seria.
El ambiente cambió de inmediato. La ligereza se esfumó, y lo que quedó fue la razón real por la que estábamos ahí.
Me crucé de brazos, esperando.
"Dilo de una vez."
Anni suspiró y me miró directo a los ojos.
"Dani, ¿estás seguro de esto?"
No respondió con burla, ni con escepticismo, sino con una genuina preocupación.
"Sé que pareces estar tranquilo, pero esto es algo grande. No es solo una aventura, no es solo un capricho. ¿Realmente puedes manejar esto a largo plazo?"
Me pasé una mano por el cabello, suspirando.
"Lo sé, Anni. Sé lo que implica."
Ella no parecía del todo convencida.
"No es solo sobre lo que tú pienses o sientas ahora. Es sobre si ellas podrán aguantar esto, sobre si realmente pueden construir algo con bases firmes. Porque si esto se desmorona en unos meses, te va a doler más de lo que crees."
La miré en silencio, dejando que sus palabras se asentaran.
No me gustaba admitirlo, pero entendía de dónde venía su preocupación.
"No estoy jugando, Anni."
Ella me estudió por un momento más antes de suspirar y sentarse en la orilla de la cama.
"Solo quiero estar segura de que no terminarás herido en esto."
Crucé los brazos y me quedé en silencio por un momento antes de hablar.
"Yo también quiero estar seguro."
Anni me miró con atención.
"Y por eso estamos avanzando poco a poco. Es complicado, es raro, y sé que no será fácil. Pero por ahora, esto es lo que quiero intentar."
Anni suspiró de nuevo y se pasó una mano por la cara.
"Dios… esto va a ser un desastre con mamá y papá."
Solté una pequeña risa sin humor.
"Sí. Lo sé."
Anni negó con la cabeza, apoyando los codos sobre sus rodillas y dejando caer el rostro entre sus manos por unos segundos.
"Papá se va a reír a más no poder con esto para luego enfadarse."
La miré con escepticismo, pero antes de que pudiera decir algo, ella levantó un dedo en señal de que aún no terminaba.
"Sabes que su sentido del humor está completamente roto. Para él, esto será la mejor broma del siglo."
Resoplé.
"Tal vez al principio."
Anni me miró con seriedad.
"Sí… pero luego se pondrá serio de verdad."
Un escalofrío recorrió mi espalda. Ambos sabíamos lo que eso significaba. Papá era un hombre relajado la mayor parte del tiempo, pero cuando realmente se tomaba algo en serio, cuando su semblante cambiaba y su voz adquiría ese tono grave e implacable… bueno, era mejor no estar en el otro lado de la conversación.
"Y mamá…"
Anni se frotó la sien con los dedos antes de mirarme con resignación.
"Mamá será la más complicada de los dos."
No tuve que decir nada, porque ambos lo sabíamos. Ella no era como papá, que podía bromear primero y después entrar en modo analítico. No. Mamá no perdería ni un solo segundo en risas. Su reacción sería inmediata y, sobre todo, intensa.
Exhalé despacio y me pasé una mano por la cara.
"Sí… lo sé."
Anni me miró con seriedad, como asegurándose de que realmente entendiera lo que se venía.
"¿Cómo piensas manejarlo?"
Me encogí de hombros.
"Aún no lo sé."
Ella bufó, claramente esperando una respuesta mejor que esa.
"Dani, no puedes simplemente dejar que todo pase y ya. Vas a necesitar un plan, porque ellos te lo van a exigir. Especialmente mamá."
Asentí lentamente.
"Lo sé. Pero primero necesito ver qué tan bien avanzamos antes de llegar a ese punto."
Anni me miró por un momento antes de suspirar.
"Bueno, no diré que tienes todo bajo control, porque claramente no lo tienes. Pero al menos… parece que estás decidido."
Sonreí con un poco más de confianza.
"Lo estoy."
Ella resopló y se puso de pie, estirándose como si la conversación le hubiera drenado la energía.
"Bueno, entonces será divertido verte tratar de sobrevivir a mamá."
Hice una mueca.
"Sí, claro… divertidísimo."
Anni soltó una carcajada baja y se dirigió a la puerta.
"Vamos, antes de que las chicas se imaginen lo peor y piensen que te estoy estrangulando aquí dentro."
La seguí con una pequeña sonrisa, aunque en el fondo, sabía que esta conversación solo había sido el inicio de todo lo que vendría.
Al regresar a la sala, Anni se acercó a Mateo, quien estaba jugando tranquilo.
"Mateo, ven aquí un momento," dijo Anni, con tono suave pero firme.
Mateo levantó la mirada de inmediato, y pude ver la expresión triste en su rostro al escuchar lo que Anni decía.
"No quiero irme," dijo, puchereando. "Las tías son muy divertidas y me miman mucho."
Las chicas sonrieron, pero sabían que no podían hacer nada para convencerlo, al menos no ahora.
Yo me acerqué y me agaché frente a él, tocando su hombro.
"Mateo, debes irte con mamá, cariño. No podré cuidarte mañana, tengo trabajo, y las tías también. No habrá nadie en casa para estar contigo, ¿lo entiendes?"
Mateo me miró por un momento, sus ojitos buscando alguna razón para quedarse, pero entendió.
"Está bien, Papá," dijo, con un suspiro y bajando la cabeza. "Voy por mis cosas."
Asentí, y lo vi dirigirse hacia su habitación. Fue un momento tenso, pero sabía que tenía que ser así.
Anni se dirigió a las chicas que estaban sentadas en el sillón, observando en silencio, y las miró con una expresión más relajada, aunque aún con esa mirada penetrante que no podía dejar de notar.
"Bueno, ya que están todas aquí, quiero hablarles de algo," dijo Anni, con una voz clara y seria.
Las chicas se enderezaron, sintiendo la tensión en el aire, mientras yo permanecía callado, esperando a ver qué diría.
"Quiero que sepan que tengo mi bendición para esta... extraña relación que han formado," comenzó Anni, mirando a cada una de ellas.
Las chicas intercambiaron miradas, algunas de alivio, otras aún algo tensas.
"Pero no se engañen," continuó Anni, su tono no dejaba lugar a dudas. "Esto no será para siempre si no se ganan mi respeto y el de todos los que están involucrados. No se trata solo de lo que ustedes piensen, sino de que demuestren que realmente pueden hacer que esto funcione, no solo entre ustedes, sino con las personas a su alrededor. Las decisiones que tomen ahora afectarán más de lo que imaginan."
Yo miré a Anni, impresionado por su franqueza, pero también sintiendo que, de alguna manera, ella estaba probando si realmente estábamos preparados para todo lo que esto implicaba.
"Así que sí," dijo Anni, su mirada ahora más tranquila pero aún firme, "tienen mi bendición, pero tienen mucho que demostrar. Y espero que lo tomen en serio."
Las chicas asintieron, algunas en silencio, otras con una ligera sonrisa, pero todas conscientes de lo que había en juego.
"Gracias, Anni," dijo Valeria, la primera en romper el silencio, "sabemos que esto no es fácil, y estamos dispuestas a demostrar que podemos hacerlo."
Anni asintió, pareciendo satisfecha con la respuesta.
"Eso es lo que quiero escuchar," dijo, levantándose. "Ahora, vamos a esperar a que Mateo termine de recoger sus cosas, y después nos vamos."
Mientras tanto, yo observaba a las chicas, sintiendo un pequeño peso sobre mis hombros. Sabía que esto no era solo una bendición superficial, sino una prueba real para todos nosotros. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que estábamos listos para enfrentar lo que viniera.