—¿Crees que soy alguien que bromea? —dice Luo Chuan con total seriedad.
Bu Lige lo mira detenidamente durante unos segundos, luego niega con la cabeza.
—¡Pero el efecto es demasiado aterrador, cuesta creerlo! —insiste.
—No estoy bromeando. Vale cada cristal.
Con tal de completar la misión del sistema, Luo Chuan no está dispuesto a dejar escapar a un cliente tan prometedor.
Como joven maestro de la mansión del Marqués Zhennan, Bu Lige no carece de dinero, así que no tarda en tomar una decisión.
Toma una botella de Coca-Cola del estante y rápidamente saca diez cristales espirituales, que coloca sobre el mostrador.
Luo Chuan asiente, luego agita la mano, y los cristales espirituales se desvanecen en el aire.
Este gesto mejora aún más la impresión que Bu Lige tiene de él: ya no lo ve solo como un dueño interesante, ahora lo considera un experto oculto.
—Felicitaciones al anfitrión por completar la misión de principiante. Ha ganado una oportunidad en la ruleta —suena la voz del sistema en la mente de Luo Chuan.
—Ah, por cierto —añade Luo Chuan, de buen humor tras cumplir la tarea—, te recuerdo que esta Coca-Cola es una bebida.
—¿Bebida? —Bu Lige se muestra sorprendido.
¿Algo con ese tipo de efectos… es solo una bebida?
En este mundo existen elixires, pastillas espirituales y todo tipo de pociones alquímicas, pero jamás ha oído hablar de bebidas con efectos tan absurdos.
Por un instante, Bu Lige siente que su visión del mundo se desmorona.
—Por supuesto —asiente Luo Chuan—. Solo tienes que destapar la botella y beberla.
Mientras habla, él mismo toma una Coca-Cola, la destapa con un ¡pssshh! y bebe la mitad de un solo trago.
En un instante, una sensación helada y refrescante se extiende desde su garganta y estómago hasta todo su cuerpo.
Sí, la Coca-Cola también está fría.
—¿Es así?
Imitando a Luo Chuan, Bu Lige destapa su botella. Duda un momento y luego se lleva un pequeño sorbo a los labios.
Después de todo, esa bebida oscura parece una poción sospechosa, y su instinto le dice que el sabor debe ser terrible.
—¡Mmm!
Pero en cuanto el líquido entra en su boca, los ojos de Bu Lige se abren de par en par.
Las burbujas explotan en su lengua, y una corriente fría y placentera recorre su cuerpo desde la garganta. Siente un escalofrío en la espalda.
—¿¡Por qué esta Coca-Cola… por qué sabe tan bien!? ¡Yo, Bu Lige, jamás he probado una bebida como esta!
Una mezcla de asombro y confusión se dibuja en su rostro.
Y eso que es el joven maestro de la Mansión Zhennan. Si no hubiera entrado a este callejón por aburrimiento, probablemente jamás habría conocido esta bebida que desafía los cielos.
Luo Chuan sonríe para sus adentros.
¿Cómo esperas tú, persona de otro mundo, resistirte al poder del agua de la felicidad de los frikis?
—¿Mi cuerpo? ¿Y mis heridas?
De pronto, Bu Lige se da cuenta de algo y su expresión cambia de nuevo.
Meses atrás, fue emboscado. Aunque sobrevivió, le quedaron secuelas internas que ni los mejores médicos ni los elixires lograron curar del todo.
El Marqués Zhennan montó en cólera y causó un gran alboroto en la ciudad durante una semana, pero al final, el responsable nunca fue hallado.
Y ahora, tras un solo sorbo de Coca-Cola, esas heridas internas, casi imposibles de sanar, han desaparecido sin dejar rastro.
Bu Lige empieza a preguntarse si todo esto es real o si ha perdido el juicio.
—Coca-Cola. Después de beberla, todas las heridas que no sean mortales se curan —repite Luo Chuan con indiferencia, como si no fuera la gran cosa.
—Jamás pensé que sería verdad… —murmura Bu Lige, con el rostro aún cargado de asombro.
Al principio, creyó que la descripción era solo una exageración comercial.
Ese efecto supera a la mayoría de los elixires de alto nivel. ¿Cómo puede venderse por solo diez cristales espirituales?