Capitulo 34 – Cuarto Desafio (Parte 3)
Desde su posición, Heather los vio alejarse.
Primero Cody, luego Gwen siguiéndolo.
No necesitaba explicaciones. Sabía exactamente qué estaba pasando.
Una oportunidad que no iba a dejar pasar.
Gwen había desafiado su liderazgo frente a todos, la había confrontado abiertamente, y Heather no tenía intención de dejarlo así.
Su mirada se endureció por un momento antes de que una sonrisa calculadora apareciera en su rostro.
Si Gwen quería jugar, entonces Heather le mostraría lo que pasaba cuando se metía en su camino.
Pero primero, necesitaba asegurarse de que Cody y Gwen estuvieran distraídos.
Y para eso, tenía a la persona perfecta: Lindsay.
Con pasos controlados, Heather se acercó a su aliada y, sin perder su tono tranquilo, le habló en voz baja.
"Lindsay, necesito que hagas algo por mí," dijo Heather, sin perder su aire de confianza.
Lindsay, que estaba acomodando su cabello en un moño, levantó la mirada con interés.
"¿Qué cosa?" Lindsay preguntó con tono despreocupado.
Heather fingió un gesto relajado antes de responder.
"Quiero que vigiles a Cody y Gwen," dijo Heather, con un tono calculado. "Míralos, síguelos, asegúrate de que no hagan nada sospechoso... ¿puedes hacerlo?"
Lindsay parpadeó un par de veces antes de sonreír ampliamente, sin notar la verdadera intención detrás del pedido.
"¡Oh, claro! Soy muy buena observando," respondió Lindsay con entusiasmo.
Heather mantuvo su sonrisa, satisfecha con la respuesta.
"Perfecto," dijo Heather suavemente. "Solo quédate cerca, que no te noten demasiado."
Lindsay asintió, mientras Heather miraba de reojo la cabaña de Gwen.
Ahora tenía lo que necesitaba.
Cody y Gwen distraídos. Lindsay ocupada.
Y ella con una oportunidad perfecta para moverse con libertad.
Porque su objetivo estaba claro.
El diario de Gwen.
Ese libro donde la chica gótica siempre escribía, donde probablemente guardaba pensamientos que nadie más había leído.
Si lograba robarlo, tendría una ventaja enorme sobre su rival.
Y si había algo que Heather amaba más que ganar, era saber cosas que los demás no querían que se supieran.
Con una mirada afilada y una sonrisa calculadora, Heather se deslizó hacia la cabaña de Gwen, sin hacer ruido.
La trampa ya estaba en movimiento.
La brisa marina era ligera, moviendo las hojas de los árboles con un sonido suave, casi relajante. El campamento estaba lleno de ruido y tensión. La competencia de talentos se acercaba, y la presión era evidente.
Cody, sintiendo el peso de tantas cosas en su cabeza"las elecciones de canciones, la rivalidad con Heather, la atención de Lindsay y Gwen"decidió que la mejor opción era escapar por un rato.
No a esconderse, sino a despejar su mente.
El mar era la respuesta.
Se levantó de su lugar con determinación, tomó su toalla y comenzó a caminar, sin esperar compañía.
Pero entonces, al alzar la mirada, vio a Gwen sentada a unos metros, distraída con su cuaderno, su lápiz moviéndose lentamente por la página como si estuviera atrapada en sus pensamientos.
Era una imagen que había visto muchas veces, pero en ese momento, le pareció distinta. Tal vez porque él mismo estaba en el mismo estado de ánimo.
Se acercó sin hacer demasiado ruido, inclinando la cabeza con curiosidad antes de hablar.
"Oye, ¿qué tanto piensas ahí?" preguntó Cody con tono relajado.
Gwen levantó la mirada con un leve sobresalto, su lápiz todavía entre sus dedos, antes de exhalar con una sonrisa ligera.
"Solo organizando mis pensamientos. Esta competencia tiene demasiados detalles," respondió Gwen, cerrando su cuaderno con calma.
Cody arqueó una ceja, como si considerara su respuesta por un segundo. Luego, con un gesto despreocupado, señaló con la cabeza hacia el mar.
"Si necesitas despejar tu mente, tengo un mejor método," dijo Cody con una sonrisa confiada. "Voy a nadar, ¿quieres venir?"
Gwen parpadeó un par de veces, como si estuviera evaluando la propuesta.
La idea de alejarse del caos, del grupo, de Heather... le sonaba bien.
No solo porque quería relajarse, sino porque, de alguna manera, la idea de estar sola con Cody le resultaba cómoda.
Así que, después de pensarlo unos segundos, asintió.
"Está bien. No me vendría mal algo de aire fresco," dijo Gwen, guardando su cuaderno.
Cody sonrió con satisfacción antes de comenzar a caminar en dirección al mar, con Gwen siguiéndolo a unos pasos de distancia.
El agua estaba templada, envolviéndolos con la frescura suficiente para que cada movimiento se sintiera ligero.
Cody y Gwen avanzaban juntos, nadando sin prisas, disfrutando de la sensación de libertad que el mar les daba.
Poco a poco, comenzaron a sumergirse más profundo, explorando el mundo submarino que se extendía frente a ellos.
Los corales, de colores vibrantes, parecían respirar con el movimiento del agua.
Pequeños peces plateados pasaban cerca, reflejando la luz del sol que se filtraba desde la superficie.
Cody extendió una mano, señalando un grupo de peces que nadaban con coordinación perfecta.
"Mira eso," murmuró Cody, su voz amortiguada por el agua.
Gwen siguió la dirección de su mano y se quedó observando por unos segundos antes de girarse hacia él con una sonrisa.
"A veces olvido lo increíble que es este lugar," admitió Gwen, con un tono de apreciación genuina.
Cody la miró con cierto brillo en sus ojos antes de responder.
"Podría decir lo mismo," comentó Cody, aunque no estaba seguro de si hablaba del mar o de ella.
Gwen dejó escapar una leve risa antes de seguir nadando.
"No esperaba que fueras el tipo de persona que disfruta esto tanto," dijo Gwen, sin intención de sonar crítica.
Cody giró sobre su espalda por un momento antes de responder con ligereza.
"Lo tomo como una oportunidad para olvidarme de todo," dijo Cody. "¿No te pasa? Que hay días en los que solo quieres alejarte de todo por un rato."
Gwen lo miró por un instante antes de asentir.
"Sí. Y últimamente me pasa más seguido," admitió Gwen
Cody la observó, notando en su voz una sinceridad que no siempre dejaba ver. Algo en su tono le decía que no solo hablaba del juego, sino de algo más.
No preguntó. No era necesario.
En lugar de eso, simplemente nadó a su lado, sintiendo que, de alguna manera, estaban compartiendo algo que no necesitaba explicación.
Mientras seguían nadando, sus movimientos se volvieron más sincronizados, sus cuerpos flotando con el ritmo del agua.
Y entonces ocurrió.
Sus manos se rozaron bajo el agua, un contacto breve e inconsciente al principio, pero que ninguno de los dos apartó.
Y luego, sin decir una palabra, sus dedos se entrelazaron suavemente, como si fuera lo más natural del mundo.
La atmósfera cambió.
El mar dejó de ser solo un escape y se convirtió en el escenario perfecto para lo que estaba por pasar.
El agua era cálida, el sol filtrándose desde la superficie con un resplandor dorado. Todo se sentía diferente, como si el universo mismo los hubiera colocado ahí en ese preciso momento.
Sus cuerpos se detuvieron, flotando suavemente, el silencio entre ellos comunicando más que cualquier palabra.
Y sin planearlo, sin pensarlo demasiado, se encontraron uno frente al otro.
Las miradas se cruzaron, el reflejo del mar brillando en sus ojos.
Y entonces, ocurrió.
Cody inclinó levemente la cabeza, sus labios rozando los de Gwen con suavidad al principio.
Pero fue solo un instante antes de que el beso se profundizara, atrapándolos en un momento que ninguno de los dos quería detener.
La pasión surgió, envuelta en el ritmo de las olas, en el calor del contacto, en la manera en la que todo parecía encajar perfectamente.
El mundo dejó de existir por un momento.
Solo estaban ellos, bajo el agua, con los dedos aún entrelazados, sintiendo lo que habían ignorado por demasiado tiempo.
Y ninguno de los dos quería soltarlo.
El agua les llegaba al pecho, ondulando suavemente a su alrededor, como si el mundo entero respirara con ellos. Cody y Gwen estaban tan cerca que ya no había lugar para el aire entre sus cuerpos. Los labios de ambos se encontraron una vez más, con urgencia contenida, como si quisieran decir todo lo que las palabras aún no se atrevían a pronunciar.
Los dedos de Cody se aferraban a la cintura de Gwen con firmeza y ternura, como si temiera que el momento se desvaneciera si la soltaba. Gwen, por su parte, mantenía sus brazos enredados alrededor del cuello de él, sus dedos rozando suavemente su nuca mientras lo acercaba más, como si no pudiera estar lo suficientemente cerca.
Sus bocas se movían al compás de una emoción que los sobrepasaba, un vaivén lento al principio, luego más profundo, más decidido. El murmullo del agua, el calor de la cercanía, el leve temblor en sus respiraciones "todo se fundía en ese instante.
Cuando finalmente se separaron, apenas unos centímetros, sus frentes quedaron apoyadas, ojos cerrados, respiraciones mezcladas. Gwen sonrió apenas, como si acabara de encontrar algo que no sabía que había estado buscando. Cody la miró, y por un momento, no existía otra cosa en el universo que esa mirada.
"No digas nada" susurró ella, su voz apenas audible entre los latidos acelerados de ambos. Solo... quédate aquí.
Y así lo hizo.
Claro, aquí continúa la escena, manteniendo el tono romántico con profundidad emocional y un poco más de intimidad emocional sin cruzar los límites:
Cody asintió sin decir una palabra, como si cualquier sonido pudiera romper el hechizo. Aún la sostenía, sintiendo cómo el agua templada no lograba apagar el calor que palpitaba entre ellos. Gwen apoyó su cabeza en el hueco de su cuello, dejando que el silencio hablara por los dos.
Sus dedos se entrelazaron por un instante bajo el agua, casi sin querer, pero ninguno de los dos los apartó.
"¿Siempre vas a mirar así? "murmuró Gwen, sin levantar la cabeza.
"¿Cómo? "preguntó Cody, su voz ronca, suave.
Gwen lo miró entonces, sus ojos verdes brillando con algo entre la curiosidad y la ternura.
Como si no creyeras que esto está pasando. Como si yo fuera a desaparecer si parpadeas.
Cody sonrió, bajando la mirada un segundo antes de volver a clavarla en ella.
Ella lo observó un momento, sin burlas, sin sarcasmo. Luego, con una sinceridad que a veces le costaba, dijo:
No estoy lejos, Cody. No ahora.
Se acercó de nuevo, sus labios rozando los de él, apenas, como una promesa. El beso que siguió fue más tranquilo, más lento. No era el fuego del principio, era la brasa que queda y se niega a apagarse.
Y allí, entre las ondas suaves del agua y el latido compartido de dos corazones que se buscaban sin saberlo, Cody entendió que a veces lo inesperado... es justo lo que uno necesita.
Lindsay había estado observando desde la distancia, siguiendo a Cody y Gwen con la misma intención que Heather le había dado.
Al principio, solo debía vigilar, asegurarse de que "nada sospechoso" pasara entre ellos.
Pero entonces lo vio.
El beso.
El momento en el que Cody y Gwen, sin palabras, sin necesidad de explicaciones, se entregaron a lo que el ambiente les había impulsado a hacer.
Y para Lindsay, eso lo cambió todo.
Sintió una punzada en el pecho, una incomodidad repentina que no podía ignorar.
No estaba acostumbrada a sentirse así.
Ella siempre veía las cosas con ligereza, con entusiasmo. Pero en ese instante, algo dentro de ella se torció.
Le dolió.
Y la hizo enojar.
Mientras Lindsay intentaba procesar lo que había visto, la escena ante sus ojos cambió.
Gwen se retiró primero.
La vio salir del agua, tomar su toalla y alejarse, dejando a Cody solo en el mar.
Lindsay apretó los labios.
Si Gwen no estaba ahí... entonces nada le impedía hacer algo.
Heather le había dado una tarea, pero ahora...
Ahora Lindsay tenía su propio plan.
Porque había algo dentro de ella que no quería ignorar.
Y Cody estaba ahí.
Solo.
Esperando.
Era su oportunidad.
Sin perder más tiempo, Lindsay se ajustó el cabello, respiró profundamente y comenzó a caminar en dirección al agua.
Ahora era ella quien iba a acercarse a Cody.
La cabaña estaba en completo silencio. Heather se movía con rapidez, sus ojos recorriendo cada rincón en busca de su objetivo.
Los estantes, la cama, el escritorio de Gwen... todo estaba siendo revisado con precisión.
Sabía que el diario tenía que estar ahí. Gwen no era del tipo que dejaba sus cosas importantes fuera de su alcance.
Y entonces, lo vio.
Debajo de una pila de libros, parcialmente oculto, estaba el cuaderno negro con sus páginas gruesas y marcas de uso constante.
El diario de Gwen.
Heather exhaló con satisfacción antes de tomarlo con firmeza, sintiendo el peso de la información que ahora tenía en sus manos.
Esto era poder.
Pero justo cuando estaba por hojearlo, el sonido de la puerta golpeando la madera la congeló en su lugar.
Al girarse, sus ojos se encontraron con los de Gwen, quien había entrado con una mirada cargada de sospecha.
Heather reaccionó rápido, escondiendo el diario detrás de su espalda, con su expresión apenas cambiando.
Pero el sudor frío que comenzaba a recorrer su cuello la delataba.
Gwen cruzó los brazos, apoyándose contra el marco de la puerta, sin apartar la mirada de Heather.
"¿Qué haces aquí?" preguntó Gwen, con un tono más seco de lo habitual.
Heather fingió una expresión despreocupada, mirando alrededor como si la pregunta le resultara irrelevante.
"Oh, nada importante. Solo... apreciando la decoración," dijo con una sonrisa ligera.
Gwen no compró la respuesta ni por un segundo.
"Ajá," murmuró, sin moverse de su lugar. "Y por eso estás sudando como si hubieras cometido un crimen."
Heather se irguió un poco más, manteniendo su actitud altiva, aunque sus dedos se tensaron alrededor del diario escondido.
"Por favor, Gwen," dijo con tono sarcástico. "Si hiciera algo malo, lo haría bien."
Gwen entrecerró los ojos, sintiendo que algo no cuadraba. Pero antes de poder presionar más, Heather se movió con rapidez, pasando junto a ella con aire confiado.
"Bueno, fue un placer," dijo Heather, sin perder su sonrisa. "Nos vemos en la competencia, querida."
Gwen giró la cabeza para seguirla con la mirada, pero Heather ya estaba alejándose, su paso firme, su expresión intacta.
Pero en su espalda, apretado contra su cuerpo... estaba el diario.
Y con cada paso, Heather sabía que acababa de ganar algo mucho más valioso que cualquier desafío.
Cody flotaba en el agua, con la cabeza apenas fuera de la superficie, los ojos cerrados y la mente dando vueltas. Pensaba en la prueba que se avecinaba, en lo mal que podía salir... pero sobre todo, en Gwen. En cómo se había despedido de él unos minutos antes, con ese beso inesperado, suave y perfecto. Le latía el corazón aún como si hubiera corrido medio maratón.
Suspiró, dejando que el frescor del lago lo envolviera. Todo estaba en calma. Hasta que algo suave y tibio rozó su espalda.
Se giró bruscamente, sobresaltado, y entonces la vio.
Era Lindsay. Estaba en el agua con él, a escasos centímetros. Su largo cabello rubio caía en ondas mojadas sobre sus hombros, y su bikini dejaba poco a la imaginación. Sonreía como si nada, como si no acabara de interrumpir un momento de introspección con... bueno, con lo que claramente habían sido sus pechos.
"¡Ups! "dijo Lindsay con voz dulce, llevándose una mano a la boca como si recién se diera cuenta". ¿Te asusté?
Cody parpadeó, mudo por un segundo. El agua ya no se sentía tan fría.
"Ehm... un poco. "Tragó saliva Cody . "¿Estás... bien?"
"¡Claro! Solo estaba nadando y, sin querer, me acerqué demasiado "respondió Lindsay, moviéndose como si no notara el efecto que causaba. Flotaba como una sirena despreocupada, y cada movimiento hacía que su bikini amenazara con rendirse.
Cody intentó mirar a otro lado, recordando a Gwen, el beso, la prueba... Pero era difícil concentrarse con Lindsay justo ahí, sonriéndole
Cody aún no había terminado de procesar lo que acababa de pasar cuando Lindsay, con el agua hasta los hombros y los ojos brillando de una mezcla de enojo y algo más, se cruzó de brazos.
"Te vi "dijo Lindsay , con la voz baja pero firme.
"¿Qué... qué cosa? "preguntó Cody, aunque en el fondo ya sabía a qué se refería.
"A ti. Con Gwen. Besándola. "El tono de Lindsay era casi dolido, nada parecido a su típica ligereza.
Cody se quedó en silencio, atrapado entre la culpa y la confusión. No había querido herir a nadie, y mucho menos a Lindsay, pero tampoco sabía cómo manejar lo que sentía por Gwen... o lo que comenzaba a despertar en él al estar tan cerca de Lindsay.
"Lindsay... yo no... "intentó decir, pero ella lo interrumpió.
"¡No es justo! "exclamó, avanzando un paso en el agua". Has sido tan dulce conmigo, tan atento. Siempre estás ahí, haciéndome reír, mirándome como si fuera especial... Y ahora vas y te besas con Gwen como si yo no significara nada.
Él la miró, abrumado. No había sido su intención jugar con nadie. Pero la intensidad en los ojos de Lindsay lo desarmó.
"Yo no sabía que tú...
(Haste pendejo... Haste pendejo....)
"¡Pues sí! Me gustas, Cody. Me gustas mucho. Y no puedo creer que hayas jugado así con mis sentimientos.
Antes de que él pudiera responder, Lindsay lo tomó por sorpresa. Se inclinó hacia él y lo besó. No fue un beso tímido ni inseguro. Fue apasionado, decidido. Cody se tensó al principio, con el cuerpo rígido y el corazón desbocado, como si cada parte de él gritara que esto estaba mal... pero la calidez de sus labios, la forma en que lo abrazaba bajo el agua, lo envolvieron de a poco.
Sin darse cuenta, sus brazos rodearon su cintura, y el beso se hizo más profundo, más intenso. El lago parecía desaparecer alrededor. Cody olvidó todo por un instante: las pruebas, Gwen, las dudas. Solo estaban ellos dos, fundidos en ese momento confuso y ardiente.
Las manos de Lindsay lo exploraban con delicadeza, recorriendo su espalda, su cuello, y él no se quedó atrás, dejando que sus dedos rozaran suavemente su piel mojada, el contorno de su cuerpo apenas cubierto por el bikini.
Era una locura. Una locura deliciosa y peligrosa. Y Cody, aunque sabía que estaba mal, no podía detenerse
El beso continuó, sumergiéndolos más en ese vértigo donde ya no había razón, solo instinto. El agua a su alrededor se agitaba suavemente con sus movimientos, y cada caricia, cada roce, encendía más la tensión entre ellos.
Cody sentía cómo las manos de Lindsay se aferraban a él con necesidad, como si estuviera intentando aferrarse también a una respuesta. Su cuerpo respondía, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones: deseo, confusión, culpa.
Cuando sus labios se separaron, apenas un suspiro entre ellos, Cody bajó la mirada, respirando agitado.