Cherreads

Chapter 22 - Capitulo 22

*VALERIA*

El calor era lo primero que sentí al despertar.

Mi cuerpo seguía pegado al de Daniel, tal como la noche anterior, y la sensación de su piel cálida contra la mía era extrañamente reconfortante. No quería moverme. No quería romper ese momento de tranquilidad en el que aún podía fingir que el mundo allá afuera no existía.

Entreabrí los ojos con pereza, encontrándome con su pecho desnudo justo frente a mí. Mis brazos seguían enredados en su cintura, y sentí su respiración pausada y profunda. Aún dormía.

Me permití una pequeña sonrisa. Apenas llevábamos un día en esta relación polígama y ya me estaba acostumbrando a despertar así.

A mi lado, Mariana y Sofía dormían plácidamente, una con la cabeza apoyada en el brazo de Daniel y la otra aferrada a su costado. Un poco más lejos, Laura estaba boca abajo, con la sábana enredada en sus piernas.

Pero algo se sentía… diferente.

No fue hasta que moví un poco mi cabeza para mirar mejor que lo noté.

Encima de Daniel, acurrucado contra su pecho y usando su torso como si fuera una almohada gigante, estaba Mateo.

Abrí los ojos por completo, sorprendida.

—¿Pero qué…? —murmuré en voz baja, demasiado desconcertada para decir algo más.

Mateo dormía plácidamente, con su pequeño cuerpo relajado y su cara hundida en el pecho de su tío. La forma en la que sus brazos estaban extendidos como si abrazara a Daniel me sacó una sonrisa. Se veía demasiado cómodo.

Lo más extraño era que Daniel ni se había inmutado. A pesar del peso extra sobre él, seguía dormido profundamente.

¿Cómo y cuándo había llegado Mateo aquí?

Mi mente trataba de recordar si en algún momento de la madrugada lo había escuchado moverse, pero no tenía idea de cómo un niño de su edad había logrado meterse en la cama sin que nadie lo notara.

Por un momento, solo lo observé.

Era inevitable notar el parecido entre Mateo y Daniel. Aunque Daniel ya nos había explicado que se debía a su hermana, el verlos así, juntos, hacía que la imagen se sintiera aún más real. Como si, en otro universo, ese niño sí fuera su hijo de verdad.

Sin darme cuenta, una sonrisa tierna se formó en mi rostro.

Esto era lindo. Más de lo que debería admitir.

Volví a quedarme dormida sin darme cuenta. El calor de la cama, la respiración tranquila de Daniel y la comodidad de estar abrazada a él hicieron que me rindiera ante el sueño otra vez.

No supe cuánto tiempo pasó, pero una vocecita me sacó lentamente del letargo.

"¡Papá, despierta!"

Al principio, mi mente no procesó las palabras. Solo sentí movimiento sobre la cama y escuché pequeños golpes suaves contra el pecho de Daniel.

"Papá, papá, papá. ¡Despierta!"

Abrí los ojos con lentitud, sintiendo mi cuerpo pesado por el sueño. Solo entonces recordé.

Mateo.

Fue ahí cuando todo encajó y mi cerebro terminó de despertar de golpe.

"¿Papá…?" murmuré con la voz ronca, sintiendo cómo mi cuerpo se tensaba por reflejo.

Pero no fui la única.

A mi lado, Sofía se removió, su ceño fruncido mientras despertaba con la misma confusión. Mariana apenas abrió un ojo y soltó un gruñido de sueño. Laura, que aún estaba medio enredada en la sábana, dejó escapar un murmullo.

Daniel, por otro lado, tardó en reaccionar. Su respiración aún era lenta y pesada, pero poco a poco, fue abriendo los ojos.

Lo primero que vio fue la carita de Mateo muy cerca de la suya.

"Papá, ya es de día."

Daniel parpadeó un par de veces antes de soltar un suspiro y llevarse una mano al rostro.

"Mateo…" dijo con voz rasposa. "Es domingo, ¿por qué tan temprano?"

"¡Tengo hambre!" Se quejó el niño, todavía sentado sobre él.

Yo no podía dejar de verlos.

Ayer había sido impactante escuchar a Mateo llamarlo "papá" por primera vez, y aunque Daniel no había mostrado molestia alguna, a nosotras aún nos costaba acostumbrarnos.

Mariana fue la primera en hablar, con la voz adormilada.

"Sigo sin superar esto…"

Sofía asintió con lentitud, frotándose los ojos.

"¿Cómo puede decirlo con tanta naturalidad…?"

Laura, que aún tenía la cara medio hundida en la almohada, murmuró:

"Yo casi me infarto ayer… y hoy también."

Daniel suspiró de nuevo, removiéndose un poco hasta quedar medio incorporado en la cama.

"Ya te expliqué que no es mi hijo," dijo en voz baja, más para recordárnoslo a nosotras que por otra cosa. "Simplemente me dice así porque quiere."

Mateo sonrió con orgullo.

"¡Porque eres mi papá!"

Nosotras lo miramos con expresiones indescriptibles.

Daniel solo cerró los ojos un momento, como resignado.

"Sí, sí, lo que digas, enano…"

Mateo, con su energía inagotable, se inclinó hacia adelante y le dio un pequeño beso en la mejilla a Daniel.

"Buenos días, papá," dijo con una gran sonrisa antes de girarse hacia nosotras.

Nos miró con sus grandes ojos brillantes y, sin dudarlo, comenzó a repartir besos de buenos días a todas. Primero a Sofía, luego a Mariana, a Laura y finalmente a mí. Cada beso era rápido, inocente y lleno de la calidez infantil que solo él podía transmitir.

"Buenos días, chicas," dijo con entusiasmo antes de saltar fuera de la cama.

Se bajó con la misma facilidad con la que había trepado a Daniel en algún punto de la madrugada. Corrió hacia la puerta, pero antes de salir, se volteó para ver a su tío.

"Te espero abajo, papá. ¡Tengo mucha hambre!" exclamó antes de desaparecer por el pasillo y bajar corriendo las escaleras.

Hubo un momento de silencio tras su partida.

Daniel dejó caer la cabeza sobre la almohada y soltó un largo suspiro.

"Es como si un huracán me hubiera despertado."

Nosotras seguimos mirándolo, aún medio perdidas en la escena que acababa de desarrollarse.

Fue Sofía quien reaccionó primero, apoyándose en un codo y mirándolo con una sonrisa traviesa.

"Bueno, si Mateo ya te dio un beso de buenos días, creo que nosotras también deberíamos hacerlo, ¿no?"

Mariana rió, apoyándose sobre su lado y asintiendo.

"Sí, sí, sería injusto si solo recibiera besos de Mateo."

Antes de que Daniel pudiera replicar, Sofía se inclinó y le plantó un beso suave en los labios.

"Buenos días, cariño," murmuró antes de apartarse con una sonrisa.

Mariana fue la siguiente, haciéndolo con la misma naturalidad.

"Buenos días, Dani."

Laura, quien aún parecía estar despertando del todo, se incorporó un poco y se acercó para besarlo también.

"Buenos días."

Finalmente, yo me acerqué con calma, sintiendo aún el calor de la cama y la pereza del sueño en mis movimientos. Le di un beso en los labios, más lento que los demás.

"Buenos días, amor," susurré con una sonrisa antes de apoyarme en su pecho por un momento.

Daniel solo nos miró, resignado y algo divertido.

"Ya empezaron con sus cosas otra vez…" murmuró, pero su sonrisa lo delataba.

Nosotras solo reímos, disfrutando de ese pequeño momento matutino antes de que la locura del día comenzara.

****

*DANIEL*

Batiendo la mezcla de hotcakes en un tazón, me enfoqué en que la consistencia fuera perfecta. Mateo estaba sentado en la mesa, balanceando sus pies mientras tarareaba una canción que parecía haber inventado en el momento.

Las chicas estaban en la cocina conmigo, "ayudando" con el desayuno. Aunque, para ser sincero, más que ayudar, parecían estar en otra misión completamente distinta.

Valeria se acercó primero, rozando mi brazo con el suyo mientras sacaba un plato del estante.

"¿Necesitas algo, cielo?" preguntó con una sonrisa coqueta.

Antes de que pudiera responder, Mariana se acercó por el otro lado, apoyando una mano en mi hombro mientras miraba la sartén con los hotcakes dorándose.

"Se ven deliciosos, querido," susurró con un tono demasiado meloso para ser casual.

Rodé los ojos, pero no tuve tiempo de reaccionar antes de que Laura se acercara por detrás y me rodeara con los brazos.

"Hueles tan bien, amor," murmuró contra mi espalda.

Suspiré.

"Chicas, en serio. Mateo está aquí, cálmense."

Pero lo único que logré con mi advertencia fue que Sofía se riera suavemente mientras se apoyaba en la barra y me lanzaba una mirada traviesa.

"Oh, Dani, si dices que nos calmemos, solo nos dan más ganas de seguir."

Justo en ese momento, Valeria se inclinó más cerca de mi oído.

"¿Te sientes abrumado, cariño?"

Mariana soltó una risita, como si la situación le divirtiera demasiado.

"Awww, pobrecito. Nosotras solo queremos consentirte."

Laura apretó un poco más su abrazo antes de soltarme, pero no sin antes dejar un beso en mi cuello.

Mateo, ajeno a todo esto, seguía en la mesa, canturreando sin preocuparse por nada.

Resoplé, volteando a verlas con una mirada de advertencia.

"Van a lograr que queme los hotcakes."

Sofía sonrió, dándome un pequeño empujón en la espalda antes de alejarse.

"Bueno, bueno, por ahora te dejamos en paz. Pero solo por ahora, ¿eh?"

Sofía se alejó con una sonrisa traviesa, mientras las demás se reían por lo bajo, claramente satisfechas con haberme puesto nervioso tan temprano en la mañana.

Yo solo resoplé, concentrándome en servir los hotcakes en un plato.

"Te esperaremos, Dani," dijo Valeria con una voz dulce pero llena de segundas intenciones. "Cuando Mateo se vaya, ya no tendrás escapatoria."

"Sí," agregó Mariana, apoyándose en la barra de la cocina. "Podremos divertirnos mejor cuando estemos solos."

Las miré con incredulidad mientras todas me lanzaban miradas pícaras.

Fue entonces que recordé algo importante.

"Por cierto," dije, girándome hacia ellas con una expresión seria. "Anni vendrá por Mateo más tarde."

El ambiente en la cocina cambió de inmediato.

Las sonrisas juguetonas de las chicas se desvanecieron por unos segundos y se miraron entre ellas con algo de nerviosismo.

"¿Anni? ¿Tu hermana?" preguntó Laura, parpadeando varias veces.

"Sí," asentí, sirviendo los platos. "Y estaba pensando que quizás podríamos aprovechar para presentarnos oficialmente. No quiero que esto sea un secreto para ella."

Hubo un silencio incómodo.

Sofía fue la primera en reaccionar, cruzándose de brazos. "¿Y... cómo crees que lo tome?"

Valeria suspiró, mordiéndose el labio. "O sea, no es como si estuviéramos haciendo algo malo, pero... no es exactamente lo que la gente espera escuchar."

Mariana dejó caer la cabeza sobre la mesa con dramatismo. "¡Nos va a odiar! Nos va a ver como unas locas manipuladoras que te atraparon en una relación polígama sin darte opción."

Laura asintió, preocupada. "Y si nos ve mal, también puede intentar alejar a Mateo de nosotros."

Me pasé una mano por el cabello, entendiendo sus preocupaciones. Anni y yo siempre hemos sido cercanos, y aunque es una persona de mente abierta, esto era algo que no esperaba que apareciera en mi vida de la noche a la mañana.

"Chicas, no quiero que se preocupen demasiado," dije con voz tranquila. "Anni es mi hermana, me conoce bien. Tal vez se sorprenda, tal vez no lo entienda al principio, pero no la subestimen. Además, no tengo intención de ocultarles a ustedes ni lo que tenemos."

Sofía suspiró y apoyó su cabeza en su mano. "Está bien, pero si empieza a hacernos preguntas incómodas, yo te echo la culpa."

Mariana se rió. "Sí, Dani, más vale que tengas un buen discurso preparado."

Valeria rodó los ojos con una sonrisa. "Solo espero que no piense que somos unas depravadas o algo así."

Laura tomó un sorbo de su café y luego sonrió con ironía. "Bueno, después de lo de esta mañana en la cocina, no puedo decir que no lo parezcamos un poco."

De repente, Valeria fue la que hablo.

"Oye, Dani, ¿nos prestas tu carro para ir por algo de ropa? Necesitamos ponernos más presentables si vamos a encontrarnos con tu hermana."

Levanté la mirada, medio distraído por las tostadas que estaba sirviendo en la mesa.

"Las llaves están colgadas en la entrada," respondí, todavía mirando lo que estaba haciendo. "Pero, por favor, no choquen, ¿ok? Ya saben que cuando están nerviosas al volante, las cosas no salen bien."

Mariana me lanzó una mirada retadora. "¡No somos tan malas conductoras!"

"Solo cuando estás estresada," bromeé, intentando hacerla reír, aunque sabía que todas solían ponerse algo nerviosas cuando iban a toda velocidad.

Pero en ese momento, mi celular vibró en mi bolsillo. Lo saqué distraído, sin mirar quién me estaba llamando, y respondí sin decir nada de inmediato.

La voz de Anni apareció al instante, clara y directa, como siempre.

"Dani, soy yo," dijo ella, sin ningún rodeo. "Ya voy por Mateo. ¿Podrías prepararme algo de desayuno? No he comido nada desde que llegué a la ciudad."

La sorpresa me hizo quedarme en silencio por unos segundos mientras asentía sin pensar que ella no podía verme.

"Claro, Anni," respondí, finalmente. "No te preocupes, en un rato te tengo algo listo."

Colgué la llamada, y fue en ese preciso momento cuando solté la bomba.

"Anni ya viene en camino."

El cuarto se quedó en silencio por un momento, y entonces las chicas casi gritaron al unísono.

"¿Qué? ¡¿Ya?! ¿En serio?"

"¡No nos va a dar tiempo de cambiarnos ni nada!"

Mariana se levantó de un salto, comenzando a caminar de un lado a otro. "¡Dani, por favor! ¡Tenemos que hacer algo!"

Valeria, con las manos en la cabeza, comenzó a mirar hacia el pasillo como si buscara una salida. "¡Nos va a ver en pijama! ¿Y qué le vamos a decir de todo esto?"

Laura, por su parte, comenzó a agitar las manos nerviosa, intentando calmar a las demás. "No hay tiempo para nada. ¡Está a punto de llegar!"

Me pasé una mano por el rostro, tratando de mantener la calma, pero el caos en la habitación era palpable.

"Chicas, tranquilas," dije, intentando calmarlas. "Solo es mi hermana. La conocemos desde hace toda la vida. No hay necesidad de entrar en pánico. Pero si quieren, pueden ir a sus casas, pero también saben que no tengo ningún problema en que vengan como están."

"¡No, no, no! Necesitamos estar más presentables, Dani!" gritó Valeria, que ya se había acercado al pasillo con una velocidad que no le conocía. "Lo de la pijama está fuera de lugar si queremos que entienda lo que está pasando."

"Es cierto," dijo Mariana, mientras se movía para ir a buscar sus cosas. "Más vale que estemos listas para esta charla, porque no sabemos cómo reaccionará."

Aunque sentía que las chicas estaban un poco exageradas, entendía su nerviosismo. Ellas querían causar una buena impresión, y la presión aumentaba con cada minuto que pasaba.

"Entonces, ¿quieren ir ya?" pregunté, sin poder evitar sonreír ante la situación. "Ya saben que tienen mi permiso para usar el carro."

"¡Sí, vamos!" dijeron al unísono, y comenzaron a apresurarse hacia la puerta, aunque su comportamiento frenético parecía reflejar que no sabían ni cómo organizarse.

Con una sonrisa, me di vuelta para preparar el desayuno mientras las chicas salían disparadas por la puerta. Ya todo estaba por cambiar, y aunque las tensiones estaban al alza, había algo tranquilizador en saber que, pase lo que pase, todo seguiría adelante.

Apenas escuché el motor del carro alejarse y el sonido de las llantas desaparecer en la distancia, sentí un ligero alivio. No porque quisiera que se fueran, sino porque el nivel de pánico que manejaban me estaba empezando a marear. 

Regresé a la cocina, tomando la espátula para darle la vuelta a los hotcakes cuando sentí un tirón en mi camiseta. 

"¿A dónde fueron las tías?" preguntó Mateo con esos ojos curiosos que siempre tenía cuando algo no le cuadraba. 

Me agaché un poco y le revolví el cabello. "Fueron a sus casas por unas cosas. Pero no te preocupes, van a volver pronto." 

Mateo frunció el ceño, como si estuviera procesando la información. "¿Por qué? ¿No tienen ropa aquí?" 

Solté una risa. "No mucha, por ahora. Pero están solucionando eso poco a poco." 

El pequeño asintió como si entendiera todo, aunque seguramente no tenía idea de lo que realmente estaba pasando. 

"Entonces van a volver porque quieren conocer a mi mamá, ¿verdad?" 

Su pregunta me tomó un poco por sorpresa, pero era obvio que había escuchado algo. 

"Sí, quieren conocer a Anni," confirmé, sirviéndole un vaso de jugo y poniendo su plato en la mesa. "Quieren llevarse bien con ella porque es importante para mí y para ti." 

Mateo asintió, aunque hizo un pequeño puchero. "Mamá siempre dice que soy lo más importante." 

Sonreí. "Y tiene razón, enano. Lo eres." 

Mateo pareció satisfecho con mi respuesta y comenzó a comer su desayuno con entusiasmo, aunque noté que de vez en cuando me miraba como si quisiera hacerme más preguntas. 

Me apoyé en la mesa con los brazos cruzados, observándolo. Sabía que la llegada de Anni podría cambiar muchas cosas, pero en el fondo confiaba en que todo saldría bien. 

Ahora solo quedaba esperar.

More Chapters