Cherreads

Chapter 16 - Capitulo 16: La Mañana

*DANIEL*

Desperté lentamente, sintiendo el peso del amanecer más que el de cualquier otra cosa. No había dolor de cabeza esta vez. No había alcohol de por medio, ni la niebla espesa de la confusión que acompañó aquella primera vez. Solo estaba yo, mis pensamientos, y el calor de sus cuerpos a mi lado.

Giré la cabeza, con cuidado de no romper el silencio que nos envolvía. Ahí estaban ellas, acurrucadas contra mí, cada una en su propio espacio, pero todas conectadas de alguna manera. Sus respiraciones eran suaves, sincronizadas con la calma que parecía llenar la habitación, aunque sabía que debajo de todo eso, el caos seguía esperando para salir.

Mis ojos se detuvieron en sus rostros, tan tranquilos, tan ajenos al torbellino de emociones que yo sentía. Valeria estaba justo a mi derecha, su cabello desordenado cayendo sobre su rostro mientras se aferraba a mi brazo como si fuera lo único que la mantenía en calma. A mi izquierda, Sofía tenía una pierna entrelazada con la mía, su expresión más relajada de lo que jamás la había visto. Laura estaba más cerca de mi pecho, su mano descansando sobre mi abdomen como si no quisiera soltarme, y Mariana… Mariana estaba un poco más lejos, pero su brazo rozaba mi cintura, como si, incluso en el sueño, quisiera mantenerse conectada.

Me moví un poco, sintiendo cómo las marcas en mi piel me recordaban la intensidad de la noche anterior. No había sido solo un acto físico; había sido una liberación. Un momento donde todo lo que habíamos reprimido, todo lo que yo había enterrado durante años, finalmente salió a la superficie. Y aunque no resolvimos nada, aunque las preguntas seguían ahí, el peso de esa carga había disminuido. Al menos por ahora.

Miré al techo, dejando que mis pensamientos corrieran libres por primera vez en mucho tiempo. No podía negar lo que había sentido, lo que todavía sentía. Era como si, al dejar de reprimir esos sentimientos, algo dentro de mí hubiera despertado. Algo que había estado dormido durante años, enterrado bajo capas de miedo, dudas y responsabilidad.

Por más que lo intentara, no podía arrepentirme. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía libre. Libre de la culpa, de las expectativas que me había impuesto a mí mismo. Esa noche, por caótica y confusa que fuera, me había permitido ser honesto, al menos conmigo mismo. Y aunque sabía que esto complicaba aún más las cosas, no podía evitar sentir una especie de alivio.

Pero… ¿y ellas? ¿Qué significaba esto para ellas? ¿Habían sentido lo mismo? ¿Era esto lo que querían, o simplemente una forma de liberar todo lo que llevaban dentro?

Suspiré, cerrando los ojos un momento. No había respuestas fáciles. Nunca las había. Pero por alguna razón, el hecho de que estuvieran aquí, conmigo, hacía que todo se sintiera un poco menos complicado. Incluso si solo fuera por este momento.

Abrí los ojos de nuevo y volví a mirarlas. Sabía que cuando despertaran, todo cambiaría. Las palabras que no habíamos dicho anoche tendrían que ser pronunciadas. Las decisiones que habíamos evitado tendrían que enfrentarse. Pero por ahora, por este breve instante, podía quedarme aquí, disfrutando de esta paz que no sabía cuánto duraría.

Porque, aunque no quisiera admitirlo, una parte de mí sabía que esto era solo el principio de algo mucho más grande. Algo que ninguno de nosotros estaba realmente preparado para enfrentar. Y aun así, no podía evitar sentirme… bien. Como si, después de todo, tal vez este caos tuviera sentido.

El sonido suave de sus respiraciones me mantenía anclado por un momento más, pero la hora no se detenía, y el deber me llamaba. Era viernes, y aunque mi cuerpo pedía permanecer allí, sabía que tenía que levantarme. Ellas no se despertarán... Solo tengo que moverme con cuidado.

Con un movimiento lento y preciso, deslicé mi brazo del agarre de Valeria. Su rostro se contrajo un poco, pero se acomodó de nuevo, acurrucándose en las sábanas. Sofía tenía su pierna sobre la mía, y con un poco más de esfuerzo logré apartarla sin despertarla. Sentí un escalofrío cuando Laura murmuró algo en sueños y su mano se deslizó por mi abdomen, pero finalmente logré liberarme de su toque. Mariana, aunque estaba más distante, aún rozaba mi cintura. Bastó con girarme con cuidado para quedar libre del todo.

Suspiré al poner los pies en el suelo, sintiendo el frío del piso bajo ellos. Esto parece una película de espías... me dije, al mismo tiempo que recogía mi ropa del suelo, tratando de no hacer ruido.

Caminé hacia el baño a pasos ligeros y cerré la puerta con suavidad. Mientras el agua de la ducha corría por mi piel, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Había algo surrealista en todo esto. Como si mi vida se hubiera desviado por completo del camino que alguna vez planeé. Y, aun así, no podía decir que lo lamentara. Lo que sucedió anoche… bueno, ya no había forma de ignorar las cosas, aunque quería encontrar la forma de lidiar con todo.

Cuando salí del baño, limpio y vestido, me acerqué de nuevo a la cama. Allí estaban, todavía dormidas, con expresiones tan tranquilas que casi dolía mirarlas. Por un instante, me quedé de pie, simplemente observándolas. Parecía imposible que el caos de la noche anterior hubiera dado paso a esta escena de paz. Y sin embargo, ahí estaban.

Debo irme... No puedo despertarlas ahora. No después de todo.

Agarré mi maletín y mis llaves, asegurándome de no hacer ningún ruido al salir de la habitación. Mientras caminaba hacia la puerta de salida, sentí una extraña punzada en el pecho. Era como si me estuviera alejando de algo que no debería dejar atrás, pero tampoco podía permitirme quedarme. Había cosas que atender, preguntas que responder, y un futuro que enfrentar, pero no esta mañana. No aún.

Con un último vistazo hacia las escaleras que llevaban al cuarto donde dormían, me dije: Nos veremos luego. Eso es seguro. Luego cerré la puerta detrás de mí y me dirigí al trabajo, intentando dejar todo aquello en pausa, aunque supiera que eventualmente todo volvería a alcanzarme.

*****

*LAURA*

Un suspiro escapó de mis labios mientras me movía entre las sábanas, aún atrapada en ese punto intermedio entre el sueño y la vigilia. Extendí mi brazo con la intención de abrazarlo. Quería sentir su calor, la seguridad de su presencia después de todo lo que pasó anoche. Pero en lugar de toparme con él, mi mano tocó algo… suave, cálido, esponjoso.

Fruncí el ceño, aún sin abrir los ojos, apretando ligeramente lo que estaba tocando. Escuché un pequeño sonido, algo entre un suspiro y un gemido, lo que me hizo congelarme. Abrí los ojos lentamente, con la mente aún adormilada, y me encontré con el pecho desnudo de Valeria justo frente a mí. El rubor subió de inmediato a mis mejillas mientras apartaba la mano de golpe.

"¡Lo siento!" susurré rápidamente, aunque Valeria ni siquiera se inmutó, su rostro seguía tranquilo mientras dormía profundamente.

Me incorporé con cuidado, sentándome en la cama y frotándome los ojos para despejarme. Mis músculos protestaron al moverme, un recordatorio claro de la intensidad de la noche pasada. Dolor en los hombros, en las piernas, en lugares que preferiría no mencionar… Dios, ¿cómo sobrevivimos a esto?

Miré a mi alrededor, notando cómo las demás seguían dormidas, con las sábanas apenas cubriéndolas. Mariana estaba acurrucada en un lado, con su cabello desordenado cayendo sobre su rostro. Sofía dormía boca abajo, su respiración tranquila pero con una leve sonrisa en los labios, como si soñara con algo agradable. Valeria, por supuesto, seguía en su propio mundo, ajena al incidente de hace unos segundos.

Pero Dani… Dani no estaba. Mi mirada recorrió la cama rápidamente, esperando encontrarlo en algún rincón, pero no había rastro de él. Sólo quedábamos nosotras, el desorden de sábanas y almohadas, y los recuerdos de lo que ocurrió anoche.

Suspiré, pasando una mano por mi cabello revuelto mientras trataba de organizar mis pensamientos. ¿Se habrá ido al trabajo? ¿Se fue sin despedirse? Me mordí el labio, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. A pesar de lo que compartimos anoche, seguía siendo Dani. Siempre pensando en los demás antes que en sí mismo, siempre huyendo de lo que no sabía cómo enfrentar.

Miré hacia las demás una vez más, preguntándome cómo se sentirían cuando despertaran. ¿Estarían tan confundidas como yo? ¿Tan… dolidas? Porque aunque el caos de anoche me había dado un extraño tipo de paz, también me dejó con más preguntas de las que ya tenía. ¿Qué significaba todo esto para nosotras? ¿Para él?

Me bajé de la cama lentamente, sintiendo el frío del suelo bajo mis pies mientras me acercaba a la ventana. El sol apenas estaba comenzando a iluminar el cielo, y una ligera brisa movía las hojas de los árboles afuera. Cerré los ojos por un momento, dejando que el aire fresco me ayudara a despejar la mente.

Lo resolveremos, me dije a mí misma. De alguna forma, encontraremos una manera de hacer que esto tenga sentido. Pero, por ahora, sólo podía esperar a que despertaran las demás… y enfrentar el nuevo lío que habíamos creado.

Me separé de la ventana, tratando de aclarar la mente de todo lo que sucedió anoche. Me sentí vulnerable, como si la claridad me estuviera dando más miedo que el caos de la noche anterior. Caminé hacia el vestidor y, sin pensarlo mucho, tomé una de las camisas de Dani. Me la puse sin mucha ceremonia, con la esperanza de que al menos el aroma familiar de su ropa me diera algo de consuelo. Pero no pude evitar sentir una incomodidad creciente, como si esa camisa fuera solo otro recordatorio de lo que había ocurrido y de lo que aún nos quedaba por resolver.

Escuché a las chicas moverse en la cama, despertándose lentamente a su ritmo, pero la tranquilidad no duró mucho. Al girarse, Valeria cayó de la cama con un golpe sordo, despertando bruscamente.

"¡Ouch!" dijo en voz baja, restregándose el trasero mientras se incorporaba rápidamente.

Las demás comenzaron a moverse, una a una, a medida que el ruido en la habitación aumentaba, hasta que todas estuvimos de pie, mirando hacia el caos que había sido nuestra noche. A pesar de la intimidad compartida, había una incomodidad palpable en el aire. No era vergüenza en el sentido físico; éramos mujeres, conocíamos nuestros cuerpos y lo que había pasado no era tan extraño. Pero lo que sí nos perturbaba era lo que hicimos y cómo nos dejamos llevar, sin pensar en las consecuencias o en las palabras que no habíamos dicho.

"¿Y Dani?" preguntó Sofía, mientras se frotaba los ojos, buscando respuestas. Su tono era de confusión, y su mirada reflejaba la misma incertidumbre que sentíamos todas.

Miré hacia la puerta, como si esperara verlo aparecer de repente. Pero, claro, no lo haría. Ya era tarde para eso.

 "No está" respondí, tratando de sonar calmada. Aunque no sabía si lo estaba, o si solo estaba pretendiendo serlo. Dani ya debía estar en su trabajo. Pasaron unos segundos en silencio, todos conscientes de que la situación había cambiado por completo.

Una tensión silenciosa se hizo presente entre nosotras, porque lo sabíamos. La reunión había sido para aclarar todo, para sentarnos y hablar sobre lo que había sucedido, discutir qué hacer con lo que sentíamos, y ahora estábamos más confundidas que antes. La noche de liberación, en la que todos los tabúes cayeron, solo había dejado más preguntas.

"Esto no se va a solucionar así, ¿verdad?" dijo Mariana, hablando por primera vez, su tono firme como siempre. Sus ojos brillaban con una mezcla de frustración y preocupación. "Va a ser aún peor para él, si sigue intentando ocultar todo esto. Él quiere que esto no haya pasado, pero sabemos que… lo que pasó anoche fue real. Estuvimos sobrias, no fue un error."

Mi corazón dio un vuelco, porque sabía que Mariana tenía razón. Dani iba a tratar de huir de lo que había sucedido, de lo que él sentía, pero no podíamos dejarlo hacerlo. Era hora de que dejara de ocultarse, de reprimirlo todo por el bien de nosotras. Él tenía que entender que ya no podía seguir ignorando lo que compartimos, lo que sentimos.

"Tenemos que hacerle ver que esto no puede cambiar, que no importa lo que pase ahora" agregó Valeria, con una mirada decidida. "Ya no estamos en modo 'olvidemos lo que pasó'. No más."

Un pesado silencio llenó la habitación mientras todas procesábamos lo que acabábamos de decir. Nos miramos unas a otras, reconociendo que algo en nosotras había cambiado durante la noche. A pesar de todo lo que no habíamos resuelto, ahora sabíamos que ya no había vuelta atrás. No podíamos seguir viviendo en la sombra de lo que había sucedido, ni seguir reprimiendo lo que sentíamos por miedo a lastimar a Dani o a nosotras.

El problema era: ¿cómo íbamos a hacerle entender eso a él?

Sofía fue la primera en romper el silencio. "Bueno, si vamos a quedarnos aquí para enfrentarlo cuando regrese, lo mínimo que podemos hacer es no ser unas gorronas." Su tono era ligero, pero cargaba una pizca de verdad que no podía ignorarse. Todas asentimos en silencio.

"Estoy de acuerdo" dije, cruzándome de brazos mientras recorría con la mirada la habitación que todavía conservaba rastros de lo que había ocurrido anoche. Habíamos irrumpido en su espacio, su santuario, y ahora planeábamos quedarnos hasta que llegara para confrontarlo. Lo menos que podíamos hacer era compensarlo de alguna manera.

"¿Entonces qué?" preguntó Valeria, levantando una ceja mientras se ajustaba la camisa holgada de Dani que había tomado para estar más cómoda. Le quedaba grande, pero parecía disfrutarlo. "¿Limpiamos? ¿Cocinamos? ¿O le redecoramos la casa para que tenga un mini ataque cuando entre?"

"Limpiar suena bien" respondió Mariana desde la esquina, siempre práctica. Se estiró un poco, soltando un leve quejido mientras se acomodaba la camiseta gris de Dani que había tomado prestada. "Aunque no estoy segura de que redecorar sea buena idea… a menos que queramos que se desmaye al ver su espacio cambiado."

"Cocinar también sería un buen detalle" añadí, ajustándome la camisa que había tomado antes. Olía a él, y aunque no quería admitirlo, me daba una especie de consuelo extraño. Caminé hacia la cocina y señalé las cajas apiladas de comida rápida. "Aunque no sé si Dani realmente coma bien. Todo esto…" hice un gesto hacia el desastre en los estantes. "…dice lo contrario."

Sofía, que también se había puesto una camisa de Dani, dejó escapar una risita. "Si eso no es un grito desesperado de auxilio, no sé qué lo sea. Está decidido entonces. Limpiar y cocinar. Vamos a hacerle saber que, aunque lo estemos volviendo loco emocionalmente, también podemos ser útiles."

Sin perder más tiempo, cada una tomó una tarea. Mariana se encargó de organizar la sala, recogiendo los papeles desordenados y asegurándose de que cada cosa estuviera en su lugar. Valeria fue directamente al fregadero, lavando los trastes con una rapidez sorprendente, aunque de vez en cuando soltaba bromas sobre cómo Dani estaba a una pizza de convertirse en un desastre completo. Yo me dediqué a revisar el refrigerador y los armarios en busca de ingredientes decentes para improvisar algo que no fuera comida congelada.

Sofía, por su parte, se puso a doblar las cobijas que habíamos usado anoche. "¿Sabes qué es lo gracioso?" comentó mientras levantaba una ceja y me miraba con esa sonrisa juguetona que tanto la caracterizaba. "Estamos aquí como si nada, organizándole la vida… pero anoche estábamos desorganizando todo de otra manera."

Rodé los ojos, aunque no pude evitar reírme un poco. "Supongo que esto es nuestra manera de… disculparnos. O al menos de equilibrar las cosas." Pero, aunque intentaba sonar ligera, la verdad es que todavía sentía el peso de lo que habíamos hecho. Era como si el ambiente aún estuviera cargado con las emociones de la noche anterior.

Desde la sala, Mariana alzó la voz mientras doblaba algunos papeles. "Sea lo que sea, no podemos dejar que él vuelva a enterrarlo todo. Hoy vamos a hablar. Con él. Sin excusas."

Todas nos miramos, asintiendo en silencio. Ella tenía razón. No podíamos dejar que Daniel volviera a encerrarse en sí mismo. Aunque lo que habíamos hecho anoche no había aclarado nada, tampoco podíamos ignorarlo. Era real. Y teníamos que enfrentarlo.

El resto del día transcurrió en una mezcla de tareas y conversaciones ligeras. No hablábamos directamente de lo ocurrido, pero la tensión seguía presente, flotando en el aire. Sin embargo, todas sabíamos que, cuando Dani regresara, sería el momento decisivo. Y esta vez, estábamos decididas a no dejar que se escapara de la verdad.

More Chapters